XVIII

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La noticia se extendió como la pólvora. En pocos días, todos los estudiantes del club de teatro ya estaban enterados de la ruptura entre Minho y Jisung. Para ser sinceros, Hyunjin no estaba seguro de cómo se propagó. No era como si los dos lo hubieran estado contado al aire y, además, sus amigos trataron de ser los más discretos posibles para no hurgar en la herida recién abierta. Sin embargo, Minho y Jisung eran la pareja icónica del club y supuso que era cuestión de tiempo que se supiera.

De hecho, Minho nunca le habló directamente sobre su separación de Jisung, por ejemplo. A pesar de compartir cuarto, hacía semanas que Minho apenas se pasaba por él. Las pocas veces que lo veía solo lo saludaba vagamente antes de encerrarse en el baño y después tirarse en la cama y dejarse llevar por el sueño. No sabía de su vida más allá de ínfimas pinceladas que trazaron otros por él y, ahora más que nunca, alzó una barrera invisible entre él y los demás. Como si no quisiera que nadie salvo él rozara sus pensamientos.

Era inevitable que Hyunjin se preocupara por Minho. Su relación de amistad nunca fue tan profunda, pero Minho fue una pieza fundamental durante sus primeros días en la universidad. Le ayudó a no tener miedo de las nuevas páginas que se escribían en su vida y lo acogió cuando estaba viviendo una de las épocas más complicadas que había experimentado nunca. Y, pese a no haber terminado bien, desempeñó un papel fundamental en la historia de Jisung. Minho le devolvió la esperanza de experimentar el amor, aun cuando ese papel no hubiera sido tan largo como le hubiera gustado.

Por ello, no pudo evitar sentirse inquieto por la situación del que había sido su compañero de cuarto por ya año y medio. Ahora que tenía todas las piezas faltantes del rompecabezas para entender sus circunstancias gracias a Jisung, su naturaleza compasiva hacía inevitable que se preguntara si podía hacer algo para ayudarlo.

No obstante, Minho no se dejaba ayudar tan fácilmente. Evitaba las preguntas con una sonrisa falsa y huía en cuanto la conversación se tornaba más seria y profunda. Frustrado, Hyunjin no sabía qué hacer para llegar hasta el corazón de su compañero. Así que, como último remedio y con temor de que lo regañaran por meterse en asuntos que no le concernían, le envió un mensaje a Chan para quedar después de sus clases para preguntarle sobre su amigo.

Como era habitual en él, Chan estaba muy ocupado. Estaba terminando las prácticas en la empresa que le ofreció la universidad y ya había empezado a estudiar para los inminentes exámenes de enero, además de sus responsabilidades rutinarias como presidente del club de teatro. Aun así, fue capaz de encontrar un hueco en su apretada agenda para que se pudieran encontrar en la hora del almuerzo.

Ese día, Hyunjin avisó a Jeongin de que no iría a acompañarlo, pero que se pasaría a verlo en la biblioteca más tarde. Le envió el mensaje a sabiendas de que a esas horas todavía estaría en clase, pero para su sorpresa no tardó mucho en responderle. Le dijo que iba a pasar allí el resto del día y le aseguró que no tendría problemas en encontrarle, así que Hyunjin se anotó mentalmente ir a verlo en cuanto terminara de hablar con Chan.

Sin embargo, su conversación no tuvo el resultado que buscaba. O, más bien, ni siquiera sabía qué era lo que buscaba de Chan con su petición.

—A veces no podemos ayudar, Hyunjin —Chan negó con expresión cansada y le puso una mano en el hombro—. Hay batallas que uno tiene que librar solo.

—Pero hablar las cosas es importante. Jisung nos ha contado todo lo que ocurre con su familia y ahora que han roto parece que se está aislando en el sufrimiento. No puedo quedarme quieto y sin hacer nada ante su silencio.

Chan farfulló algo que no entendió. Cruzó los brazos sobre su pecho y alzó la cabeza al cielo, buscando en las nubes la mejor forma de hacerle entender a Hyunjin.

ONIROS ┃hyunin, minsung┃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora