VII

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Entreabrió los ojos con confusión y parpadeó repetidas veces: la fuerte luz le cegaba y no le permitía ver con claridad en donde se encontraba. Se colocó la mano a modo de toldo hasta que se fue acostumbrado al brillo con lentitud. Las paredes blancas e impolutas hacían que la claridad se reflejara y resplandecieran aún más, sin un solo color que se tragara la luz. Y, de repente, se dio cuenta de en donde se encontraba.

Estaba en un sueño.

Se le aceleró el pulso. Se estregó los ojos con premura para asegurarse de que lo que estaba viendo era cierto y sonrió con emoción. Había pasado mucho tiempo desde que no soñaba con él. Más tiempo del que le gustaría, pero menos del que solía ser. Calculó que había pasado algo más de dos meses desde que se encontró con Jeongin en sueños, poco después de que empezaron las vacaciones de verano. Alguna vez tuvo que esperar casi medio año solo para tener la ocasión de verlo y no siempre los sueños duraban todo lo que él quisiera. De repente alguno se despertaba de improviso y provocaba que el sueño se acabara de golpe, sin oportunidad de volver a él. Por eso, Hyunjin atesoraba cada segundo que pudiera estar con Jeongin en sueños, antes de que algún el estímulo externo a ellos les rompiera la magia que los envolvía.

Lo buscó con la mirada en todas las direcciones posibles en cuanto terminó de acostumbrarse a la luz de la habitación. No tardó mucho en dar con él. Estaba sentado en el suelo como siempre, con la cabeza gacha hacia la derecha y las piernas cruzadas, como si se hubiera quedado dormido en esa posición. La sonrisa de Hyunjin se volvió más ancha. Una vez más ante sus ojos, volvió a tener la corazonada de que el Jeongin de la vida real era idéntico al de sus sueños. Tenían los mismos rasgos, las mismas expresiones e incluso vestían de manera similar. Aunque su mente tuviera dudas su corazón se negaba a pensar que era una mera coincidencia.

—Innie —le llamó con cariño. Se acercó hasta él para después arrodillarse y sentarse a su lado.

Él levantó la cabeza con confusión y fue entonces cuando se dio cuenta de la presencia de Hyunjin. Le sonrió e inclinó la cabeza a modo de saludo, pero la sonrisa no le llegaba a los ojos y se percató de ello de inmediato. Sintió una pequeña opresión en el pecho. Jeongin nunca había sido muy locuaz, pero con el paso de los años aprendió a leer las emociones en sus gestos y en esa ocasión parecía estar especialmente alicaído.

Se acercó a él poco a poco y se arrodilló a su lado. Jeongin llevaba una sudadera larga, pero se le habían subido las mangas y tenía los antebrazos expuestos. Aprovechó para echarles un vistazo rápido. Durante mucho tiempo, Jeongin aparecía en los sueños con marcas oscuras en los brazos que trataba de ocultar con su ropa, pero que de alguna forma Hyunjin consiguió descubrir. Fue la época en la que Jeongin se encerraba más en sí mismo y apenas quería hablar con él. Podía ver el constante sufrimiento en su mirada, los gritos silenciosos que lo devoraban, y Hyunjin se sentía impotente de no poder hacer nada para ayudarlo. Ni siquiera le dejó descubrir si tenía marcas en alguna otra parte del cuerpo, aunque sospechaba que así era. No obstante, Jeongin jamás quiso darle respuestas a alguna de sus preguntas.

Se sintió frustrado e impotente, pero, por suerte y de repente, las marcas dejaron de aparecer. Jeongin también parecía un poco más animado, lo que calmaba un poco su preocupación. Temió que las marcas hubieran vuelto a su cuerpo, pero sintió alivio cuando vio que su piel estaba limpia. Soltó el aire que sin saber había estado conteniendo y se dejó caer al suelo, con la espalda contra la pared, justo a su lado.

Cuando lo hizo, Jeongin aprovechó para enterrar la cabeza en su hombro e inspirar y expirar con lentitud.

—Hacía demasiado tiempo que no nos veíamos —murmuró. Su ropa ahogaba sus palabras.

ONIROS ┃hyunin, minsung┃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora