XXXII

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Pasaron las semanas y, con ellas, Hyunjin tuvo que asimilar muchas cosas en su vida. Saber que Seungmin estaba enamorado de él desde hace años, y que él nunca se había dado cuenta de sus sentimientos, fue tal sorpresa que no podía expresarla con palabras. De repente, muchas de sus acciones, a las que entonces no encontraba explicación, cobraban sentido. Quizás lo que Seungmin experimentó no fueron más que celos y envidia de lo que podría haber tenido, pero que nunca fue para él, y por eso odió a Jeongin durante un tiempo.

De alguna forma, Hyunjin se sintió mal por haber hablado tan abiertamente de su relación con su novio en su presencia. Pensó que, para que superara el fracaso de su amor no correspondido, debería establecer algún tipo de límite, pero Seungmin le borró rápidamente esas ideas de la cabeza.

—No quiero que te contengas por mi culpa —le dijo—. Me gusta verte así, perdidamente enamorado, aunque no sea de mí. Cuando hablas de cómo lo amas, te ves radiante y eso me hace a mí feliz.

—¿Estás seguro de eso?

—Que sí, tonto —Seungmin esbozó una sonrisa de medio lado y le revolvió el pelo, divertido—. Algún día dejaré de amarte y pasaré página por completo. Solo necesito un poco más de tiempo, ¿vale?

Hyunjin quiso creer en él. No porque fuera la manera más fácil para no sentir culpa, sino porque de verdad confiaba en Seungmin. Sabía que su amigo era lo bastante fuerte para luchar por su propia felicidad, aun cuando él la hubiera roto en parte sin darse cuenta. Si Seungmin estaba seguro de lo que le afirmaba, él no lo pondría en duda.

Felix tardó un par de días en hablar con él de nuevo. Pensó que estaría molesto por cómo había actuado con Seungmin y que, por eso, no le había querido dirigir la palabra durante todo ese tiempo. Sin embargo, cuando Felix tocó a la puerta de su cuarto para hablar en privado, le sorprendió ver que lo que habitaba en el rostro de su amigo no era el enfado, sino la preocupación.

—Vengo a disculparme —le explicó.

Lo dejó pasar a su cuarto, analizándolo con la mirada. Llevaba un peluche de un hurón entre las manos, uno de los tantos que acumulaba en su habitación y que era el favorito de Hyunjin, Lo estrujaba con nerviosismo, casi tanto que se le había comenzado a deformar la cabeza. Se encaminó hasta la cama de su amigo y lo dejó junto a las almohadas, acomodando sus piececitos de tela para que quedara sentado sobre el colchón.

Hyunjin lo observó desde el otro lado del cuarto, con una ceja alzada, pero en silencio. Después, Felix se sentó en la cama, cruzó las piernas y se le quedó mirando. Tenía los hombros rígidos, pero sus ojos eran serios.

—Quiero que te lo quedes. Te lo voy a regalar como símbolo de mi disculpa.

Abrió mucho los ojos, sorprendido.

—¿Qué...? ¿En serio? —tartamudeó—. ¿Me vas a regalar uno de tus peluches?

—Es lo mínimo que puedo hacer. A Seungmin también le he regalado otro. Hice mal en abrir la boca en el club de teatro, no tengo la potestad de echarte la culpa de nada. Llevo mucho tiempo molesto contigo sin razón alguna, solo porque Seungmin estaba enamorado de ti y tú no te dabas cuenta, pero tú estás en tu derecho de amar a quien quieras. Si es a Jeongin a quien amas, entonces yo debo darme un punto en la boca.

Hyunjin hizo un puchero con los labios, conmovido. Caminó hasta su cama y se sentó al lado de Felix. Posó una mano sobre su muslo y le acarició la pierna sobre la tela del pantalón.

—No pasa nada, Felix. Al menos, ahora entiendo muchas cosas. No tengo ningún tipo de rencor por lo que me dijiste en el club de teatro. Y yo también quería disculparme —le dijo—. Lo que os grité también fue a causa del enfado del momento. No tiene nada de malo que nunca te hayas enamorado y que no tengas intenciones de hacerlo. Cada uno vive su vida como desea.

ONIROS ┃hyunin, minsung┃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora