—Jeongin es el amor de mi vida. Siempre lo he pensado y estoy más seguro de ello que nunca —Hyunjin tomó un largo sorbo con su pajita del zumo de melocotón que se estaba bebiendo y jugó con el líquido en sus mejillas. Después de tragárselo, añadió:—. No puedo imaginarme una vida sin él.
Estaban en el centro comercial, sentados en una cafetería y tomándose un descanso antes de seguir dando vueltas por las tiendas. Felix lo había invitado a salir ese sábado por la mañana, pues tenía que comprar un par de materiales que le hacían falta para una de las asignaturas del nuevo semestre y que comenzaba la semana siguiente. Ellos dos, sin nadie más que los acompañara, por petición del propio Felix. Hacía tiempo que no pasaban tiempo a solas, por lo que Hyunjin no se negó a su propuesta.
No es que tuviera intenciones de hacer que Felix actuara de su consejero personal. Al principio, solo se dedicaron a pasear por las tiendas mientras escuchaba hablar a su amigo del juego al que estaba enganchado con Seungmin y lo mucho que le desagradaba la especie de ludopatía que había generado en él. No obstante, en cuanto se sentaron en aquel café y Hyunjin comenzó a beber de su zumo, las palabras le salieron solas de su boca. Puede que fuera porque Felix era muy buen oyente o porque creía que no lo iría a juzgar sin motivo alguno, pero no hizo falta mucho tiempo para que desviara su conversación a su relación con Jeongin. O, más en concreto, a sus sueños con Jeongin.
Al fin y al cabo, no podía parar de pensar en ello desde que su madre le envió aquellas fotos. Si había una ligera duda en el fondo de su corazón que vacilase sobre la relación de la isla de Jeju con sus sueños, esa duda ya se había evaporado por completo. Ese viaje de hacía años era la respuesta a todo, pero ahora que estaba tan cerca no sabía por dónde continuar. Sabía que algo había sucedido en Jeju, sí, pero no sabía qué y tampoco sabía qué hacer para descubrirlo. Su memoria estaba difusa y no tenía ni un solo recuerdo de haber estado jugando con otros niños, mucho menos con Jeongin.
—¿La foto de los niños? —le contestó su madre cuando le preguntó por ella—. No lo sé. Estarías jugando con el resto de niños del hotel y te sacaríamos la foto. La verdad es que no me acuerdo.
Pero, sobre todo, el mayor de sus problemas era que no se atrevía a enseñarle las fotos a Jeongin. El haber esquivado sus primeras preguntas por el sueño y que no deseara saber por qué habían aparecido en Jeju fueron tal conmoción para Hyunjin que no tuvo la valentía suficiente para volver a él con el mismo tema. Por mucho que Jeju le trajera malos recuerdos, ¿acaso no quería entender? ¿Acaso el vínculo que tenían ellos gracias a los sueños no era suficiente para que el deseo de comprender fuera más fuerte que el miedo al pasado? Por mucho que lo intentara, no era capaz de ponerse en su lugar y ver las cosas de la misma forma en la que lo hacía Jeongin. Para él, el misterio de los sueños siempre pesaba más en la balanza que el resto. Había dedicado toda su vida a ello y era impensable hacerle cambiar de parecer.
Felix lo estaba observando de brazos cruzados, analizándolo con la mirada, pero dejándolo hablar todo lo que quisiera. No había tocado el batido de fresa que se había pedido para él y su pie se movía al ritmo de sus pensamientos, esperando a que terminara su largo discurso.
—Y también sabes lo importante que son esos sueños para mí. Si no hubieran existido, no hubiera conocido a Jeongin y tampoco me hubiera enamorado de él incluso antes de encontrarnos en la universidad —siguió explicándole—. Si Jeju tiene la respuesta para entenderlo, ¿por qué no querría desenterrarla si tenemos la oportunidad?
Por supuesto, no le contó sobre el pasado de Jeongin y el accidente aéreo que le hizo perder a sus padres. Eso era un tema personal y nunca se atrevería a contárselo a alguien sin su permiso, pero le dio los detalles suficientes para que pudiera entender el contexto y lo vital que era la isla de Jeju en su relato.
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ONIROS ┃hyunin, minsung┃
Fanfic➽ Desde hacía años en los sueños de Hyunjin aparecía un misterioso chico de piel pálida y mirada triste. No sabía su nombre y, aunque sabía que no eran más que fantasías producto de su imaginación, eso no le impidió que se acabara enamorando de él:...