𝚇𝚅: 𝙽𝚘 𝚝𝚘𝚍𝚘 𝚜𝚊𝚕𝚎 𝚋𝚒𝚎𝚗

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No podía creer lo que veía. Mi madre, después de diez años sin saber de ella, estaba ante mis ojos.

-¿Qué haces aquí?- pregunté firme- Mira no tengo tiempo para esto.

-Camille espera por favor- suplicó- Me enteré de que mi niña iba a conducir aquí y quise venir.

-Esto es increíble- la miré con furia- No soy tu niña. Tú nos abandonaste a mí y a papá.

-Fue un error- se lamentó- Pero ahora estoy aquí, contigo.

-¿No te has preguntado si yo quiero tu compañía?- vi a un hombre de seguridad al final del pasillo- ¿Puede sacarla fuera? Creo que se ha colado.

-¡Soy tu madre!

-Si, que pena. Haberlo pensado dos veces antes de convertirte en una drogadicta que no se medicaba.

-¡Ojalá hubieras sacado mi cabeza! ¡Ojalá hubieras heredado mi forma de pensar!

Se me heló la sangre.

El hombre de seguridad caminó hacia ella y la obligó a acompañarla hasta la salida. Me giré y ví a papá en la puerta del box junto con Max y algunos mecánicos e ingenieros. Estos últimos se fueron cuando les miré.

Tom me abrazó, acariciando mi espalda con suavidad.

-¿Estás bien?- preguntó mi padre- No sabía que estaba aquí.

Asentí.

Mi madre, si es que la podía llamar así, tenía un trastorno de la bipolaridad. Ella y mi padre se conocieron en el instituto y al graduarse comenzaron una relación. Papá comenzó a hacerse famoso rodando películas y ella era gimnasta a nivel olímpico.

Papá no sabía de su trastorno, ya que ella se medicaba y lo ocultaba para que la dejasen competir. Se enteró por unas recetas que el médico le había dado para que la dieran sus medicinas. Él buscó por Internet para qué servían y ahí lo descubrió.

En los Juegos Olímpicos de 2008, ella decidió dejar de tomarse sus pastillas para tener más energía. Las medicinas la dejaban muy cansada, así que no volvió a comprarlas.

Al principio iba muy bien, ella ganaba todo. Se sentía completa. Pero a medida que iban pasando las semanas y los Juegos acabaron, ella perdía el control de sus actos hasta que acabó metida en drogas y problemas de dinero que ella debía.

Papá se enteró de todo esto y cortó toda relación con ella y se quedó conmigo. Mientras ocurría el proceso de juicios, ella me maltrataba psicológicamente. Todo acabó en 2012 cuando finalmente, ella desapareció por completo de mi vida.

Hasta hoy.

Mi padre fue a hablar con ella fuera de la motorhome y Max se acercó.

-Oye Cam. Siento que hayas pasado por eso- me abrazó- De verdad que puedes contar conmigo. Sé que no hemos hablado mucho, pero últimamente he estado muy enfocado en mí mismo. Con todo lo de Kelly... Que sepas que me tienes para lo que sea, ¿vale?

-Gracias Max. Al final va a resultar que el campeón con problemas de ira va a ser agradable y mono- ambos reímos.

-Así que esa es la fama que tengo- sonrió- Dame tu número, así me aseguraré de que todo ande bien hasta final de temporada.

-¿El trabajo es una excusa para pedirme mi número?- levanté las cejas.

-Puede ser. Me aprovecho de la ocasión- dijo- Bueno, ya nos veremos. Y por cierto, gran vuelta ahí fuera. Si una escudería no te ha echado el ojo es que son bobos. Hasta has superado mi tiempo.

//𝔹𝔸𝕊ℍ𝔼ℝ𝕋𝔼// F1 DriversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora