𝚇𝚅𝙸𝙸: 𝙻𝚘𝚜 𝚊𝚌𝚌𝚒𝚍𝚎𝚗𝚝𝚎𝚜 𝚙𝚊𝚜𝚊𝚗

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Había llegado el domingo, día de carrera. Y también el día que Russell regresaba a correr. El británico no se acercó a mí en todo el fin de semana, ni siquiera me miraba.

A falta de una hora para el inicio de la carrera, Luisa y yo estábamos en el box de McLaren junto con el monoplaza de Lando.

La parrilla de salida la lideraba Charles y por detrás, Verstappen. Norris salía sexto y Russell, cuarto.

–Oye Lu, voy a ir a ver la carrera al box de Charles. ¿Te molesta si me voy o...?

–No, no. Ve, tranquila– sonrió– Ya me contarás los detalles.

–¡Luisa!– reí– Luego te llamo.

Salí y caminé por los pasillos hasta que llegué a una habitación con bastante gente esperando a que el Gran Premio comenzara.

Vi a Max asomarse por un lateral y fui hacia él.

–¿Qué tal, Max? ¿Nervioso?– le hablé.

–Nunca lo estoy. Quería preguntarte si todo iba bien con el tema de George. ¿Se te ha acercado o ha intentado algo?

–No te preocupes, todo está guay de momento. Ni siquiera me mira y si estoy en una sala él no entra.

–Quiero saber cualquier cosa que te haga ese cabron, ¿vale?

–Gracias por preocuparte tanto, de verdad– le abracé.

–¿Qué hacéis?– me di la vuelta y encontré a Carmen ahí.

–¡Carmen, cuánto tiempo!– caminé hacia ella pero se alejó.

–No te me acerques– dijo rajante.

–¿Qué te pasa?– se metió Verstappen.

–Eres una zorra– me señaló con ira– Charlotte tenía razón.

–¿A qué diablos viene eso?– fruncí el ceño pero me contuve, no iba a rebajarme a ese nivel.

–¿En serio tu linda cabecita no da para más?– añadió– Deja a Russell en paz. Es mi novio.

–¡¿Qué?! ¡Te puso los cuernos y le dejaste en medio de doscientas personas!

–¿A qué vienen tantos gritos?– hablando del rey de Roma, George apareció. En cuanto me vio, bajó la mirada.

–Hola cariño– Carmen se acercó a él, pero el británico cedió.

–¿Qué haces? Tú y yo no somos nada. Estás loca.

–No estoy entendiendo nada– susurró Max.

–¡Cómo que no! ¿Has perdido la memoria?– me miró– ¿O esa víbora te ha comido la cabeza?

–¡Deja a Charlotte en paz! ¡Por tu puta culpa la he perdido!– George me lanzó una mirada triste– Lo siento tanto Camille– soltó eso y se fue apresuradamente por donde vino.

Carmen me lanzó una mirada de odio y se fue por otro camino distinto.

–Definitivamente no he entendido nada– habló el neerlandés.

–Yo menos. Creo que tengo que hablar con George. No he pillado lo último que ha dicho.

–¿Quieres que vaya contigo?– me miró.

–Iré después de la carrera. No te preocupes, estaré bien.

Me despedí del piloto de Red Bull para, ahora si, encaminarme hacia el box del monegasco.

En cuanto llegué, iban a sacar el coche a la salida, pero Charles me vio entrar y les pidió a los mecánicos un minuto. Bajó y corrió hacia mí.

–Pensé que no vendrías– rió.

//𝔹𝔸𝕊ℍ𝔼ℝ𝕋𝔼// F1 DriversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora