𝚇𝚅𝙸: 𝙲𝚑𝚊𝚛𝚕𝚎𝚜

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Y por fin llegó el Gran Premio de Mónaco, lugar donde residía.

Es la carrera más importante del año en la pista más prestigiosa del mundo. Además, a parte de la carrera se celebraban múltiples eventos en Montecarlo.

Charles me había dicho de vernos en la exposición que habían montado con coches históricos al lado del trazado.

Lo encontré al lado del puerto de la capital, mirando hacia el horizonte.

–Hey, ¿interrumpo tu paz interior?– me acerqué.

–No, no te preocupes– rió– Binotto me llamó. Creo que te puede hacer ilusión lo que te voy a decir.

–Suéltalo.

–Han traído el Ferrari de Michael Schumacher 2004– me miró.

–Una mierda– abrí los ojos– ¡Camina rápido, hombre!

–¡Nadie te lo va a quitar!– corrió detrás de mí dentro de la exposición.

Estaba el Ferrari de Lauda, el Lotus de Piquet e incluso los Renault de Alonso. Me quedé asombrada viendo el coche del bicampeón español con el que ganó los mundiales de 2005 y 2006.

–Cam, nunca te había visto así de ilusionada– se acercó.

–La primera carrera de Fórmula 1 que vi fue el Gran Premio de China 2004. Ver los monoplazas de esa época me traen buenos recuerdos.

Charles me observó irme a ver el Ferrari de Michael. No pude evitar que se me escapase una lágrima recordando el accidente del piloto alemán. Pensar que Mick le encontró...

–Debió ser muy duro para Mick y Corinna– añadió Charles refiriéndose a la madre de Mick.

–Yo no sé que haría si a mi padre le sucediese algo parecido. Es lo único que tengo.

–Ey, eso no es verdad. Tienes a Pierre, Lando, Luisa...

–O a tí. Gracias Charles.

Sonrió tras escuchar su nombre. Salimos de la exposición y nos sentamos en un banco del Paddock.

–Oye, no sé si debo preguntar, pero qué pasó Barcelona? Ya sabes...

–Si, si. Que a mi madre la dio un ataque por no medicarse.

–¿Qué la pasa?

–Bipolaridad.

–Siento muchísimo que hayas tenido que pasar por eso. Sé que es duro lidiar con las enfermedades mentales. Lo viví.

–¿Puedo preguntar qué pasó?– me preocupé por el monegasco.

–Cuando murió Bianchi en 2014 pensé que sería la última vez que perdería a alguien que me importase. Entré en una depresión por su pérdida de la que me costó salir. Tres años después, falleció mi padre. Recaí. Dos días después, estaba subido en un monoplaza de Fórmula 2.

–Joder Charles, lo siento mucho– le abracé y puse mi cabeza sobre su hombro.

–En 2019 perdí a Hubert– una lágrima descendió por su mejilla. La limpié con mi pulgar.

–Nunca había conocido a nadie tan fuerte como tú, de verdad. Eres increíble.

–Te habrías llevado bien con mi padre. Sois muy parecidos. Y le encantaban las películas del tuyo– sonrió.

–Seguro que era una gran persona, como tú.

Me miró a los ojos. Mantuve el contacto visual con él hasta que se acercó y me besó.

Fue un beso suave, calmado. Ambos estábamos jodidos y necesitábamos soltarnos con el otro.

Nos separamos cuando nos quedamos sin aire. Me atrajo hacia él y acarició mi espalda suavemente. Ninguno dijo ni una sola palabra hasta que Lando se cruzó por delante.

–Anda, pero si son Charles y Cam. Molaría que dierais una explicación de por qué estabais metiéndoos la lengua hasta la garganta. Por puro chisme más que nada.

–Eres demasiado pequeño como para entenderlo. Anda, tira para la guardería– reímos.

–Eres consciente de que tengo unos meses menos que tú, ¿no?– se cruzó de brazos.

–Lando, calla.

–De todos modos, pegáis muchísimo. Carlos tenía razón.

–¿Qué? ¡Lando! ¿Qué dijo Carlos?– Charles fue detrás del británico.

–Bueno, que os tenéis ganas mutuamente desde que os conocisteis en el yate.

–Oh si, menuda experiencia– reí.

–Guau Lando, vaya descubrimiento– le felicitó Charles.

–Espera, ¿ella te gustaba mientras salías con Charlotte?– preguntó Norris.

–Eso ya no te lo cuento, campeón. Anda, vete con Ricciardo que llegas tarde a la reunión.

–Mierda– salió corriendo.

Charles volvió mirando al suelo mientras sonreía.

–Creo que voy a ir a dar una vuelta por el Paddock. ¿Vienes?

–Binotto quiere que vayamos Sainz y yo a su despacho. ¿Nos vemos luego?

–Si, claro. Llámame– sonreí. Él se acercó y me dió un beso fugaz.

–Y recuerda. Nadie brilla más que tú lo haces. Nos vemos Cam.

El monegasco se fue apresuradamente. Pasé mi identificación por la entrada del Paddock y fui a la cafetería.

Estaba casi vacía. Todas las mesas excepto una. Magnussen estaba sentado en una esquina. Decidí acercarme para saludar.

–Hola, Kevin. Soy Camille, no hemos hablado mucho.

–Hey, ¿cómo te va?– me miró– Siéntate si quieres.

–Gracias– sonreí– Todo guay excepto por el hecho de que todos están reunidos.

–Menos yo– me miró– Hay muchos problemas con los coches. Mañana son los libres y bueno, no todo está listo.

–Vaya... Me han hablado muchísimo de tí. Poco hablador, ¿no?

–Bueno– ambos reímos– Soy de pocas palabras. No soy el centro de atención nunca así que no cuento mi vida.

–Mola lo de tener una vida más privada. Ojalá tenerla– sonreí. Vi a mi padre por la ventana caminando por el Paddock– Ups, tengo que irme. Mi padre está allí. Si quieres venirte... Creo que no le conocías en persona.

–Gracias Camille. Es un placer.

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AY POR FIN!!!

Tenía ganas de escribir este capítulo la verdad.

Bueno, quería saber vuestra opinión sobre Checo hoy en la Quali de Zandvoort. Red Bull estaba tan ocupado celebrando la pole de Max que nadie preguntó a Checo cómo estaba;-;

Me parece un gesto lamentable por parte de la escudería. ¿Qué piensan?

Me despido por hoy!!!

Lea Hernández







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