🪄🧙; 07

13.9K 1.7K 2.2K
                                    

« Qué raro » Pensó Spreen viendo el tabulador

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

« Qué raro » Pensó Spreen viendo el tabulador. « Otra vez está en la Isla naranja... Lleva acá desde hace tres días, ¿Qué poronga está haciendo? » El oso frunció su ceño viendo el nombre de Juan brillar en el registro de la Isla. Últimamente el hechicero pasaba mucho tiempo ahí, ¿Se habrá mudado ya?

— Mariana, hágalo. — Ordenó con una cámara en manos enfocando al cliente y a su trabajador.

Resulta que alguien se quería burlar de él y su empleado.

Y eso no lo iba a permitir.

— Puedo- Puedo hacer lo que quiera-

— Cierre la boca.

— ¡Pero no me maten!

— CIERRE LA BOCA.

—... ¡p-puedo trabajar gratis!

— Mariana, hágalo. — Insistió el oso con una voz demandante. — Mariana, hágalo. HÁGALO, MARIANA.

— NOOO, POR FAVOR.

El empleado de castaños cabellos se encorvó, sudando frío por la tensión, su mano tambaleante se esforzaba por tomar las riendas y asumir la orden de su jefe, pero dudaba con temor pues nunca había hecho algo como eso.

Empuñar un cuchillo en contra de Carrera, su hostigante, no era algo que le emocionara hacer, pero Spreen lo estaba obligando.

Mariana inhaló y exhaló presionado por los gritos de su víctima y los de su jefe. Tambaleante gritó tomando valor, y entonces...

Entonces apuñaló a Carrera bajo la atenta mirada del maquiavélico oso.

La puerta que llevaba a la oficina del gerente se abrió revelando a un castaño cabizbajo, en un aparente estado de shock

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La puerta que llevaba a la oficina del gerente se abrió revelando a un castaño cabizbajo, en un aparente estado de shock. El empleado caminó recto, topándose con algunas cosas en el camino, desorientado y perturbado.

El hechicero entró al establecimiento con una grande sonrisa plasmada en el rostro, al ver al único trabajador del lugar lo saludó animadamente.

— ¡HOLA, MARIANAAA! — Alzó su manita derecha moviéndola de lado a lado amistosamente. Mariana levantó su rostro hacia su dirección y al verlo sus ojos se aterraron y provocaron que saliera corriendo disparado del local, completamente asustado.

Hasta que el profeta nos separe | Spruan [CANCELADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora