🖋️🐻; 06

12.7K 1.5K 1.6K
                                    

Un día nuevo es, como dicta la ahora costumbre, Juan se dispuso a visitar al que es un extraño oso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un día nuevo es, como dicta la ahora costumbre, Juan se dispuso a visitar al que es un extraño oso. Apenas llegar a la llamativa pollería, entró con una gran sonrisa en el rostro y un hambre voraz, verdaderamente voraz, es en serio.

— ¡BUENOS DÍAS, MARIANA! — Lo saludó como solía hacerlo cada mañana que se encontraba al empleado. Mariana atinó a sonreír cortésmente.

— Hola, Juan.

— ¿Está el boludo? — Preguntó Juan. Mariana inclinó ligeramente su cabeza a la izquierda en confusión. — Tu jefe, hablo de tu jefe.

— Ah, sí. Espérame y le hablo. — El hechicero asintió mirando cómo el único empleado del lugar caminó apenas cinco pasos para acercarse a la puerta sin clave, y gritar: — PATROOOOOOOOÓN.

Unos pasos se escucharon venir desde el segundo piso.

— VOY, VOY, VOY. — La puerta se abrió revelando al dueño del local quien inmediatamente se dirigió hacia Mariana, su empleado. — ¿Qué pasa, Mariana? ¿Algún problema con los clientes?

— No, patrón. — Negó con la cabeza. — Es que lo busca su esposo.

Spreen hizo una mueca que ninguno de los otros dos pudo ver.

Bendita máscara.

— Ah... — El oso se giró a ver finalmente a Juan quien lo miraba desde la barra, recargado, apoyando sus mejillas en las palmas de sus manos, con una sonrisa ladina dibujada en su rostro.

— Hola, bebé. — Saludó meloso. — Soy yo, tu esposo, tu amorcito, tu bebito fiu fiu, me presento, mi nombre es Juan.

— ¿Juan? ¿Cómo el caballo?

Juan soltó un bufido, cansado del pinche chiste.

Spreen se acercó donde el castaño, siendo seguido por Mariana quien se puso a su lado, manteniendo un poco la distancia. El oso estaba enfrente de Juan, del otro lado de la barra, mirándolo fijamente.

— Ja. Ja. Ja. — Se rió Juan con sarcasmo, cruzándose de brazos. — Muy chistoso y todo pero a lo que vine. Dame comida, ahora.

Mariana alzó una ceja sorprendido por el tono hostil que usaba el hechicero para referirse a Spreen, ¡A SPREEN! AL MALDITO OSO QUE TODA LA JODIDA ISLA NARANJA TEMÍA. Pero Spreen ni se inmutó.

— Tenés plata, ¿no?— Preguntó el oso imitando el gesto de su esposo. — Si no, no hay comida.

— ¿Es en serio que me vas a cobrar? — Se quejó Juan con una mueca incrédula. — ¿A mí? ¿Tu esposo?

— Sí. Así que si querés comida, debés pagar.

— Jódete, Spreen.

El insulto sí que tensó a Mariana, ¿el hechicero éste acaba de insultar a Spreen en su propia cara? El tipo quería morir, definitivamente, ¡Va a morir y él tendría que esconder el cadáver!

Hasta que el profeta nos separe | Spruan [CANCELADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora