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Juan tiró un largo y agotado suspiro, viéndose en el espejo

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Juan tiró un largo y agotado suspiro, viéndose en el espejo. Era temprano por la mañana, nuevamente, tal cual el día anterior, se había quedado a dormir en la casa de Spreen a sugerencia del propio oso, junto al pequeño detalle de que su esposo no había regresado a casa para decírselo en persona.

Spreen le había escrito muy tarde por la noche que podía quedarse en la cabaña, de todas formas él estaría ocupado por lo que no regresaría hasta la mañana del día siguiente.

Juan se preguntaba qué es lo que estaría haciendo el oso, sabe que es un hombre muy ocupado, pero no sabe hasta qué punto. Es evidente para el hechicero que Spreen no es un simple dueño humilde de un negocio de pollos. 

No era un idiota.

Decidió no darle más importancia pues tenía otras preocupaciones. 

No estaba seguro si debía o no regresar a su isla, después de todo, su pequeño santuario estaba ahí, pero el temor de que los enfermos de sus amigos volvieran a ponerse histéricos de la nada le podía más que su templo.

Suspiró por segunda vez en el día.

Un mensaje brilló en la pantalla de su celular, era Spreen.

SpreenDMC: Buenos días, gafotas, ¿Cómo seguís? ¿Todo piola, boludo?

Juan frunció el entrecejo, haciendo un mohín con los labios.

¿Cómo que "gafotas"? Ni gafas tenía.

ElJuaniquilador: Buenos días, pollero, estoy bien, todo piola, bro, ¿y tú?
SpreenDMC: Estoy joya
SpreenDMC: Bro.
ElJuaniquilador: q bien. Oye, ¿estás en tu pollería?
SpreenDMC: Nooo, pero en unos 10 min, llego
ElJuaniquilador: Va
SpreenDMC: ¿Venís?
ElJuaniquilador: Sí.
SpreenDMC: Dale. Te veo allá. Igual quiero verte para algo. Apúrate.

— ¡JUAAAN! — Aquel grito junto al golpeteo tan intenso en la puerta de la cabaña, atrajo la atención instantánea del castaño quien logró reconocer inmediatamente aquella voz.

« ¿Mauron? »

Vacilante, y a pasos torpes se aproximó hacia la gran puerta de madera. Su mano tembló al acercarse a tocar la perilla, dudosa, temerosa.

Al final decidió abrir la puerta.

— ¡Juanito! — Saludó el hombre de curioso mechón con una sonrisa de oreja a oreja.

Detrás del ex alcalde, Juan pudo notar la silueta de Ocho esconderse tímidamente.

—Ho-hola... — Saludó con algo de pena. — ¿Qué hacen aquí?

Auron tomó aire y disimuladamente pateó a Ocho para que reaccionara y se pusiera a su lado, cosa que hizo, aunque quejándose.

— Estábamos buscándote. — Respondió Auron. — La verdad es que... lo que te hicimos no estuvo bien, nos pasamos, sobre todo este cabezota y el puto perro de mierda. — El de mechón le pegó un bachón a Ocho quien soltó un gruñido junto a una ligera maldición entre dientes.

Hasta que el profeta nos separe | Spruan [CANCELADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora