Narra Paulina
Me sentía pérdida. Sabía que estaba en un sueño porque no podía moverme y todo estaba negro. Estaba asustada, pero no sabía que era lo que me daba tanto temor y que me impedía avanzar o siquiera moverme. No sabía que significaban todo esto. Pero sentía que debía hacer algo o perdería algo muy importante. Quedarme aquí me hacía sentir eso. Una luz aparece y en ella puedo ver un recuerdo. Lo sé, porque sé que lo he vivido.
— Tú eres mi medicina. Debes ser fuerte. — escucho decir a un niño que me sonríe.
El recuerdo desaparece para mostrar otro con un chico.
— Vamos Paulina, no me asustes, estás muy pálida y fría. Cálmate ¿Sí? Te pido disculpas por alterarme, pero ven cálmate un poco y cuéntame que pasa para poder ayudarte. — me dice un hombre.
Intento responder o hacer alfo mientras veo como se vuelve humo y desparece, pero no puedo hacer algo. Es como si luchará con algo que me supera.
— Vamos Paulina, por los viejos tiempos, esos en los que eras mi medicina y yo tu potato. — escucho decir con dulzura mientras el hombre me sonríe con la mirada.
La situación cambia y me muestra en el hombro del mismo hombre.
— ¡Pablo, bájame ahora mismo!
— Cállate que contigo tengo una conversación pendiente.
Todos los recuerdos van y vienen con el mismo hombre hasta que nos despedimos. Las burlas, enojos y el sexo, desaparecen apenas se muestran mientras siento como mi mente va borrando como un teléfono que ha seleccionado esas experiencias.
La preocupación de olvidarlo y todos los recuerdos con su familia, me hacen desesperar. Pero por más que me muevo, no logro zafarme de lo que me mantiene prisionera. El hombre me habla una y otra vez, sintiendo incluso en su enojo, su interés por mí y yo sufro por verlo pero no saber quien es exactamente.
Quería escapar, odio no podía y cuando todo quedó nuevamente en silencio, me detuve a la espera de algún cambio, cuando una silueta apareció mostrando luz y su voz, me estremeció con temor
— Te dije que siempre serias mía. — la voz de José eliminó toda calma posible y el llanto se apoderó de mí al verlo más cerca sonriéndome con malicia.
— Aléjate de mí.
— Jamás lo haré. Eres mi propiedad y te usaré tanto como quiera. Ese es tu trabajo, Paulina. — dice riendo con malicia mientras mi cuerpo tiembla.
— ¡No! — gritó despertando agitada.
— Estas aquí. Por fin, has despertado — dice una mujer con lagrimas sobre sus mejillas.
La emoción de verme consciente es evidente. Pero no logro saber quién es y mucho menos, donde me encuentro. Solo sé que estoy estoy una especie de habitación clínica y que tanto ella como yo, estamos con bata de hospital.
— ¿Qué me…? — detengo mi pregunta al sentir un fuerte dolor de cabeza y el recuerdo de mi sueño, me invade haciendo que me estremezca.
Me quejo y comienzo a llorar al sentir cerca a José y sufro sintiendo que además de sentirme en peligro y estarlo, he olvidado algo importante. Algo que quizás podría tranquilizarme mi angustia o protegerme de ese hombre que, en mis sueños, me hace temblar.
— Tranquila. Llamaré al médico. No llores, todo va a estar bien. — dice la mujer que reconozco como Yohana.
Casi de inmediato, recuerdo el accidente en el avión y levantó la sábana intentando encontrar algún daño en mi cuerpo. Pero estoy bien, me duele, pero a juzgar por las lesiones que pude haber tenido al sufrir un accidente aéreo, estoy bien.
Yohana se marcha y al poco tiempo regresa con varios médicos que comienzan hacerme preguntas y revisarme una venda que no había visto porque estaba en mi cabeza. Los médicos comienzan a hablarme y me resulta sorprendente que pueda entender perfectamente lo que dicen sin esforzarme mucho en ello.
— De acuerdo a lo que estoy viendo la herida se ven perfectas condiciones y está cicatrizando como esperábamos. Ahora lo que nos corresponde hacer es una serie de preguntas para saber si hubo algún daño a nivel cognitivo, ¿le parece, señorita?
— Sí…
— Bien, empecemos. — dice la doctora.
Lo primero que hacen es hacerme preguntas de acuerdo al tiempo y espacio, después comienzan a preguntarme sobre mi nombre, el nombre de mis padres y toda la información general de mi vida. La cual, contestó básicamente bien. El problema es cuando me preguntan sobre el accidente.
Realmente puedo recordar que estuve en un avión y qué Estoy en el hospital porque hubo un accidente aéreo. También recuerdo que estaba acompañada de Yohana, pero no recuerdo porqué estaba en el avión, ni todo lo que viví en estos años.
Lo último que recuerdo es haberme graduado en la universidad y haber sufrido por un aborto qué José me ocasionó. Todo lo que pudo haber pasado después de eso es incierto para mí. Pero lo que a Yohana le pareces curioso en que no recuerde mi nacionalidad.
Recuerdo perfectamente cómo me llamo y cómo es mi familia, pero no, en qué país nací y tampoco recuerdo haber visitado México. Según Yohana, soy de allá y he estado viviendo allá los últimos meses. Pero eso no lo recuerdo.
— Debemos dejarla descansar un poco. Seguramente, sus recuerdos volverán. Tengamos un poco de paciencia. — dice el doctor y yo asiento.
Todos se marchan y Yohana comienza a hablarme de lo que no recuerdo buscando alguna reacción en mí. Pero lo único que me dejó bastante perturbada fue saber sobre la muerte de mis padres.
Eso fue lo único que me dolió al confirmar que hablaba en serio y por ello, estuve más temerosa de ver a José. Incluso, cuando me decían una y otra vez que estaba a salvo. Pero yo sabía que no lo estaba. Ese sueño era una señal de que las cosas no habían terminado entre nosotros y él vendría a causarme más daño. Más del que me ha hecho hasta ahora.
— Paulina, iremos a un lugar seguro. Allí está tu hermano.
— ¿Mi hermano? Eso no es posible. Él desapareció hace tiempo. — murmuro.
— Pero regresó y vino para cuidarte. Por eso, te espera en un lugar seguro en Inglaterra. Allí, nadie va a atreverse a tocarte.
— ¿Ni siquiera José?
— Ni siquiera él. — asegura y yo asiento feliz.
El recorrido es largo, pero vale la pena cuando llegamos y al bajarme del auto, un hombre corre hacia mí llorando de la emoción. Realmente no me resulta conocido, pero su familiaridad al abrazarme, me hace sentir querida y apoyada, cosa que solo sentía con mis padres.
— Por fin estamos juntos, hermana. Por fin estamos reunidos y esta vez, no voy a alejarme de ti. Tampoco permitiré que te dañen. Te lo prometo, hermana — dice abrazándome y yo correspondió su abrazo.
Cuando nos alejamos, sus mejillas húmedas me aparecen tan tiernas que las tomo en mis manos y él llora ante mí toque.
— Deje que pasara mucho tiempo para tenerte frente a mí y por eso, has pasado por muchas cosas malas. Pero ya no será así. Te protegeré. He prometido a varios que lo haría y no los voy a defraudar. No vas a sufrir más. Te lo prometo. — dice y yo lo abrazo.
— Ni sé que está pasando. Pero no debes sentirte culpable. Todo lo que pasó fue por algo y si te alejaste, fue porque pensabas que era lo mejor. Ahora háblame de lo que está pasando. No recuerdo muchas cosas y por eso, se me dificulta estar aquí y comprender todo.
— Te lo voy a explicar. Pero antes de eso, debes prepararte. Tendrás visita pronto y es muy importante.
— ¿Quién va a visitarme?
— El príncipe de Inglaterra. Él necesita comentarte algo importante y por ello, vendrá aquí. — murmura.
— ¿Un príncipe quiere verme? Eso es… extraño.
— También vendrá Pablo. Así que, prepárate. Él más que nadie debe estar ansioso por verte. Después de todo, ha hecho todo por encontrarte, incluso cuando yo deseaba por darme por vencido. Dios, si Yohana no se hubiese comunicado conmigo yo…— murmura con preocupación y yo niego.
— No pensemos en lo que pudo haber pasado y mejor dime quien viene. Tengo pocos recuerdos en la mente y aunque el médico dice que volverá todo a la normalidad, no quiero pasar por grosera con alguien que no lo merece. — murmuro
— Primero ve a asearse y relajarte. Ha sido un viaje difícil y debes estar abruma. Así que, relájate un poco. En su momento, sabrás como actuar.
— Esa es una respuesta muy vaga.
— Lo siento, pero no sé qué tan reales fueron sus experiencias y sentimientos. Así que, no quiero nublar tu juicio con especulaciones. Mejor, dejemos que todo fluya. Antes de verte, le diré tu condición y él si te ama, será comprensivo. — explica.
— Entiendo. Nos vemos después, entonces — murmuro.
Yohana me lleva a la habitación junto con uno de los hombres armados y me deja en la habitación donde solo yo entro. Al notar ello, me detengo buscando una respuesta.
— Estaré hablando con el señor Charles, vuelvo en seguida. — dice y cierra la puerta dejándome sola.
Sabiendo que no puedo ser cobarde, entró al baño, me ducho y visto para posteriormente recorrer la gran habitación y sentarme cerca de la ventana. Desde mi lugar, veo como varios hombres llegan sucios y agitados.
También veo a un hombre bien vestido que asumo es el príncipe y al no entender todo lo que sucede, espero que vengan a mi habitación mientras intento pensar en quienes son esas personas.
Cuando entra uno de ellos y nuestras miradas se conectan. Siento dolor. Su desespero es evidente y algo me dice que es importante para mí, pero por más que quiero saber quién es, no encuentro una referencia y eso me genera malestar.
Porque ese dolor, ese malestar que me dice que estoy olvidando algo, se concentra en mí tan fuerte que me hace doler la cabeza.
— Estas aquí. — murmura y de sus ojos, salen lágrimas de emoción y dolor que me hacen sentir igual, pero al no poder verlo como me ve. Me enoja.
Es como si él me viera con años de recuerdos que he olvidado y eso, resulta molesto y frustrante. Porque algo me dice que él no merece eso. Que de todas las personas que pudiera olvidar, a él no debía olvidarlo y lo hice. Tontamente lo hice y no sé si eso me molesta porque no lo quería o la confusión es lo que me molesta.
Dios, ¿qué voy a hacer? Me siento en tanta desventaja y no sé si eso me vuelva una amenaza o una pérdida. ¿Qué debo hacer?
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Ella es mi Medicina
أدب الهواةPaulina y Pablo eran dos niños de México que se querían mucho, pero por cosas del destino Paulina y su familia tuvo que irse a Estados Unidos, cuando Paulina tenía 8 años y Pablo 10. Desde ese momento perdieron comunicación y aunque no se vieron más...