Estoy roja como un tomate ante dicho relato. Sin duda, en estos momentos desearía ser un avestruz y enterrar mi cabeza bajo tierra, para jamás de los jamases volver a sacarla. Porque es que ¿Cómo pude hacer algo tan loco con él? Yo, una médica que se reconoce por su seriedad, que nunca había hecho severamente locura. Ni siquiera estando en el pasado ebria pude hacer todo eso, para hacerlo justamente ahora y con él.
No se, pero definitivamente debo de corroborar la información que me ha dado Pablo, antes de que me vaya a vivir a la Patagonia para no tener que verlo más nunca en mi vida.
Sin otra cosa que escuchar o esperar, me marcho avergonzada de la habitación y salgo a hurtadillas de esta. Ya que, lo menos que deseo es que me vean salir de la habitación de Pablo como me encuentro. Ya que, no sabría como explicar algo tan vergonzoso. Gracias a mi noche de tragos y locuras, ahora mismo, quiero ser la mujer invisible, pero científicamente eso es imposible. Así que, rogando mentalmente de que mi huida salga bien. Camino con cuidado de que nada malo pase. Ya que, dudo que todos se hayan marchado como Pablo me dijo anteriormente.
Salgo de su habitación y ya he dado varios pasos silenciosamente hasta que mi plan de no ser vista queda en el olvido en menos de dos minutos.
- Hola Paulina, ¿cómo amaneces? - me pregunta Harry a mis espaldas causando que haga un pequeño salto del susto, ya más calmada al ver que no era Aidan. Quien es la persona con quien menos quiero verme. Ya que, con lo que hice ayer no tendría cara para verlo.
- Bien, estoy bien. Mejor de lo que merezco -respondo intentando continuar con mi escape antes de que todo sea peor-.
- Mmm, de acuerdo. -dice Harry - Por cierto, no conocía ese lado tuyo. Aunque bueno, te conozco desde hace poco. Sin embargo, jamás pensé que serias capaz de hacer eso -hace una pausa- Aunque podría decir que este lado tuyo me parece muy... interesante y un tanto genial.
¡Oh Dios mío, trágame tierra y escúpeme lejos de aquí! -pienso mientras me colocó más roja de lo normal-.
- Mmm si -trato de controlarme- pero ¿Podrías decirme por qué lo dices?
- Pues eso es simple -responde- yo duermo en la habitación que está al lado de Pablo y para serte sincero los gritos se escuchaban muy claritos, sin hablar que después de tanto sufrir se escuchan ronquidos muy fuertes. Lo que definitivamente me dicen quedaron agotados después de tanto... desorden. - comenta con evidente burla y picardía.
Definitivamente estoy muerta y no solamente por lo que cause sino por la vergüenza que estoy sintiendo ahora. A partir de ahora el alcohol queda prohibido para mi -pienso mientras me marcho a mi habitación y recojo mis cosas, dejando atrás a Harry y sus comentarios vergonzosos.
Asustada y con más resaca de la que me levante, recojo mis cosas y me preparo para marcharme. Me visto y cuando estoy a punto de salir, Juliana entra a la habitación.
- Uy, por fin llegó el alma de la fiesta. Dime Paulina ¿Qué tal estuvo tu noche? - Pregunta con picardía.
- Estuvo bien, pero mi mañana es un caos con esta resaca.
Juliana niega varias veces sonriendo y camina hacia el cajón tomando una pequeña cosmetiquera. De ella, saca algo y me lo entrega.
- Toma, viértelo en agua y tómalo. Eso te ayudará con tu resaca. Pero hazlo pronto que ya todos están listos afuera esperándote.
Asiento y voy a la pequeña nevera que hay en la habitación. De ella tomo una botella de agua, tomo un poco de la misma y vierto el polvo efervescente que al tomar me cae de maravilla. Realmente no me genera alivio de inmediato quitándome el malestar que siento, pero por lo menos, me siento mejor y no lo devolví como hago cuando intento tomar o comer algo con resaca.
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Ella es mi Medicina
FanfictionPaulina y Pablo eran dos niños de México que se querían mucho, pero por cosas del destino Paulina y su familia tuvo que irse a Estados Unidos, cuando Paulina tenía 8 años y Pablo 10. Desde ese momento perdieron comunicación y aunque no se vieron más...