Un rayo de esperanza (editada)

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En cuestión de segundos estoy rodeado por los chicos quien al igual que yo están sorprendidos.

Estiben es el primero que toma mi teléfono en donde mi madre trataba de escuchar una respuesta mía.

— Mamá, te llamo después ¿Sí? —escucho decir de Estiben— ¿Qué fue lo que realmente paso? —Pregunta dirigiéndose a mi —.

— No sé, lo único que escuche de mi madre era que habían encontrado a Paulina muerta y un mensaje del grupo de rescate que envíe diciéndome lo mismo —digo poco a poco—.

Me sorprende que en el shock que me encuentro pueden siquiera hablar.

Narra Estiben.

Poco a poco escucho la respuesta de Pablo mientras corroboro si dicho mensaje enviando por el grupo de rescate se encuentra en la bandeja de entrada. Lo que me afirma la confesión de Pablo.

De un lado momento a otro vemos como Pablo sale rápidamente del auto y se dirige al Audi en el que había venido Aidan.

— Maldición, ¿qué va a hacer? —Pregunta Aidan agarrando su cabeza—.

— Nada bueno, nada bueno —dice Harry— por lo que necesitamos alcanzarlo —dice arrancando el carro en el que estamos —.

— Rayos Harry no seas iluso —dice Aidan — jamás lo alcanzaremos en esta camioneta mientras el conduce mi Audi.

— Se vale intentar —dice mientras acelera a todo lo que da la camioneta—.

Llamo al grupo de rescate con la esperanza de que el mensaje sea erróneo en dicha información aunque las esperanzas disminuyen cada segundo.

Al tercer tono una voz masculina llega a mis oídos.

— Buenas tardes, señor Evans —dice en un tono cansado— lamentamos su pérdida.

— ¿Cómo saben que Paulina está muerta? —pregunto directamente—.

— Disculpe, ¿con quién hablo? — Pregunta el hombre confundido al escuchar mi voz—.

— No tenemos tiempo para presentaciones, responde la pregunta que te hice —digo mientras veo como vamos a toda velocidad—.

— Lo siento, pero fuimos contratados por el señor Evans y solo a él tenemos permitido reportar la situación —comenta y yo estoy al borde de la rabia—.

— Maldición ¿Quieres un Evans? Esta bien. Yo soy un Evans, Estiben Evans y si no quieres ser el culpable de que varios mueran el día de hoy por las manos de Pablo. Dime ¡¿como demonios sabes que Paulina está muerta?! —dije gritando—.

— Mis disculpas señor Evans, lamentó mi error —comenta con nerviosismo en su voz— le comento, reportamos la muerte de la Sra. Paulina por sus pertenencias.

— ¿Cómo que por sus pertenencias? —pregunto confundido—.

— Sí, verá. El avión sufrió un fuerte daño en sus motores  —comentó el rescatista— por lo que al pedir ayuda y no llegar está a tiempo el avión cayó en una de las altas montañas de Kenia. Al parecer el avión apenas despegó explotó quemando los cuerpos de los pasajeros —dijo y un fuerte dolor se adueñó de mi ser— por lo que al estar los cuerpos quemados se hizo difícil sus respectivos reconocimientos. Por ende hasta el momento sólo se hizo sus reconocimientos de acuerdo a sus pocas prendas de vestir que quedaron por dicha explosión.

— Así que eso fue —digo analizando— entonces ¿Ya hicieron los resultados de ADN?

— Estamos esperando los resultados —dice y en eso me viene el alma al cuerpo—.

— Eso quiere decir ¿Que puede haber la posibilidad de que Paulina no sea la persona con dichas prendas? —digo con esperanza—.

— Sí, hay una poca probabilidad —comenta — sin embargo, hay que estar preparado para todo. Para serle sincero están todos los cuerpos completos, en cuanto a integrantes así que…

— … así que nada, hasta que no estén unos resultados de ADN que confirmen que ella es Paulina, sigan buscando —ordenó—.

Y antes de que pueda escuchar su respuesta Aidan me quita el teléfono.

— ¿Y Yohana? —Pregunta con preocupación — ¿Encontraron a Yohana?

Después de un leve silencio la cara de Aidan cambia de preocupación a confusión.

— Es imposible —comenta Aidan— si ella no aparece entre los cuerpos y sí abordó el avión. Eso quiere decir que probablemente Yohana y Paulina estén juntas y vivas. —se escucha nuevamente un silencio y Aidan responde— se perfectamente que ella abordó el avión junto con Paulina.
>> No me importa si en la lista de pasajeros que abordaron ese avión ella no se encuentra, de lo que sí estoy seguro es que ella abordó ese avión y que Paulina y ella están vivas así que concéntrate en tu trabajo por encontrarlas o avísanos si no puedes para reemplazarte —dice y cuelga—.

— ¿Qué pasó? — pregunto confundido—.

— El dice que Yohana no abordó el avión, pero yo sé que sí, por lo que me lleva a pensar que Paulina y ella están vivas, pero quien sabe en donde —dice seguro—.

— ¿Cómo sabes que Yohana abordó el avión si no aparece en la lista de los pasajeros? —pregunto confundido —.

— Mi trabajo me hace un poco precavido —comenta Aidan rascando su nuca—.

— ¿Así que? —le insisto a continuar—.

— Así que.. —dice igual de nervioso—.

— Demonios, Girop. Dilo de una maldita vez, que no tenemos tiempo para perder —digo estresado—.

— Así que a ambas le instale un chip de rastreo en sus teléfonos —dice finalmente—.

— Pero ellas no podían comunicarse, tenían el teléfono apagado siempre —comento—.

— Sí, pero el chip de rastreo no necesita tener el teléfono encendido para funcionar —dice obviando sus palabras—.

— Lo siento, no sabía —comento — pero si les tienes chips de rastreo ¿Porque no averiguas dónde están ahora?

— Porque el chip para funcionar tiene que estar en un teléfono que sirva —comenta Aidan— y a juzgar porque ninguno de los dos sirve, eso quiere decir que sus teléfonos quedaron añicos.

— De nuevo desde cero —digo frustrado—.

— No tanto, tenemos la esperanza de que ambas estén vivas —comenta Aidan— ya que si Yohana no aparece es por algo. Y ese algo me dice que las tiene a ambas vivas.

— Eso espero —comento—.

— Yo lo único que espero es que Paulina y Yohana no tengan la suerte de ellos —dice señalando al frente mientras detiene el auto—.

— Maldición —digo al ver la escena—.

Todos corremos hacia Pablo intentando evitar lo inevitable.

— Pablo, déjalo — digo al tomarlo del brazo—.

— Suéltame Estiben déjame llevarme la satisfacción de matar a esta basura —dice mientras está Joseph en el suelo irreconocible—.

— Esto me temía si Pablo actuaba —dice Harry mientras ve cuatro hombres tendidos en el suelo muertos por heridas de balas, mientras que Daniela y Joseph se encuentran tirados en el suelo pero todavía con vida—.

— ¿Cómo un solo hombre puede causar tantos estragos? —me pregunto mentalmente—.

La rabia de Pablo se nota en todo su ser. A pesar de que Aidan y yo lo intentamos detener, para que no golpee más al cuerpo inconsciente de Joseph. Nuestra fuerza no nos ayuda de mucho. Ahora mismo Pablo es el mismísimo diablo en persona.

— Pablo, cálmate —digo intentando algo imposible de hacer—.

— No me puedo calmar mientras los que mataron a Paulina están tan tranquilos —dice con sus ojos infectados de odio puro mientras ve el cuerpo inconsciente de Joseph—.

— Tranquilízate, todavía hay esperanza de que Paulina este con vida —digo y con esos llamo su atención notando un leve rayo de esperanza en sus ojos—.

Sí, al parecer Paulina es la única que puede domar a está bestia.

Ella es mi MedicinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora