Narra Paulina
— Estiben —digo llamando su atención— ¿Estás seguro que sabes para donde vamos? — pregunto un tanto preocupada.
— ¡Por supuesto! —dice de manera obvia— me conozco la ciudad de principio a fin, así que ¿Cómo podría perderme?
— ¿En serio? —pregunto a lo que él asiente— ¿Entonces porqué hemos pasado ese restaurante ocho veces?
Estiben mira el restaurante y bufa restándole importancia
— Seguramente hay muchas sucursales de ese restaurante cerca— argumenta, aunque ambos sabemos que estamos perdidos.
— ¿Estas seguro?
— Lo estoy.
— Entonces no necesitamos pedir indicaciones ¿Cierto? — insisto.
— No, no necesitamos pedir indicaciones. Lo digo en serio, Paulina.
¡Por Dios! ¿Por qué será que a los hombres no les gusta pedir indicaciones? —pienso—.
Lo peor de todo es que con lo terco que es Estiben, es mejor no llevarle la contraria tan directamente, así que se me ocurrió.
— Estiben, hagamos lo siguiente —digo llamando su atención— déjame bajar a pedir indicaciones en ese restaurante —de inmediato, recibo de él negación—.
Grandioso, no le gusta pedir indicaciones así como tampoco le gusta que los demás pidan, a este paso llegaremos a nuestro destino el otro año, si Dios quiere. Agotada por manejar en círculo. Decido buscar otra manera de conseguir indicaciones sin que él se interponga. Sin tener alguna idea creíble, mi cuerpo comienza a ayudarme, haciendo que me den ganas de ir al baño. Por lo que, uso esa excusa para buscar indicaciones.
— Esta bien, no pediré indicaciones — le digo— Pero entonces déjame bajar a esta sucursal —menciono señalando el mismo restaurante que habíamos visto hace poco— Ya que, quiero ir al baño.
— Te acompaño —responde y yo me niego—.
— No, gracias. Pero ¿Por qué no aprovechas y llamas al amigo con el que nos vamos a encontrar? Y así no divagamos tanto en encontrar el lugar ¿Qué te parece?
Analiza un poco mi oferta, hasta que finalmente logró convencerlo. Él se detiene y yo bajo del auto, e inmediatamente camino lejos de él, donde me dispongo a entrar al restaurante y comprar algunas cosas para llevar con tal de que no se den cuenta que sólo fui por usar el baño. Ya habiendo liberado mi cuerpo de necesidades fisiológicas, compro comida para llevar y pido indicaciones. Relajada y con comida para soportar las horas de conducción en círculo, salgo del restaurante con unos bocadillos y bebidas. Por fortuna para mi grata sorpresa encuentro a Estiben hablando con alguien, si no es su amigo por lo menos espero que este pidiéndole indicaciones para llegar a nuestro destino. Ya que, si no es así tendré que idear algún plan para decirle que estamos muy lejos del lugar hacia donde nos dirigimos y que ya sé donde es sin que sepa que pedí indicaciones.
— ¿Ya terminaste? —Pregunta Estiben mientras el amigo está entre nosotros de espalda a mi, por lo que no puedo ver quien es y él no ve que yo asiento. — Mira Josep ella es Paulina, mi pequeña hermana —dice extendiendo su brazo para que me acerque a él.
El mencionado voltea y logró ver quien es.
— ¿Josep? —digo asombrada— ¿Eres tú ?
Josep me observa asombrado por unos segundos, ya después de salir de la impresión me da un fuerte abrazo.
— Enana ¿Cómo has estado? —pregunta Josep preparándome de pie a cabeza—.
Estiben quien estaba confundido por nuestra reacción, comienza a entender que tenemos confianza al escuchar como me llama. Otra cosa que es un poco molesto de Estiben, son sus excesivos celos. Por ello, cuando noto mi familiaridad con Josep, se acercó a mí y se interpuso entre Josep y yo, para que no tengamos algún tipo de contacto.
— Josep ¿Podrías decirme de donde conoces a Paulina? Y ¿Qué tan cercana es su relación?
— Tranquilo hermano —dice Josep— Paulina es una excompañera de la Universidad, así como también una vieja amiga. Por lo que, no tienes porque preocuparte, jamás le haría daño.
Estiben lo mira incrédulo y después me mira a mí tratando de corroborar la información que Josep le dio.
— Si, es cierto —cuando le digo así Estiben, él suelta el agarre que tenía en mi muñeca.
— Lo siento, pero Josep no es así de "cariñoso" con nadie, por lo que me preocupe —se excusa Estiben —.
Yo miro a Josep incrédula por lo que dijo Estiben , Josep siempre ha sido así conmigo.
— Oye, menos mal que Paulina me conoce bien, sino pensaría que soy un ogro —dice Josep— ahora, teniendo resuelto lo que te perturbaba. Me gustaría saber ¿Por qué se demoraron tanto en llegar?
— Mmm, Josep—digo intentando no reírme — ¿Cuantos restaurantes hay aquí de este? —preguntó señalando el restaurante—.
— ¿Por qué la pregunta? —dice confundido por mi pregunta—.
— Sólo responde —le digo—.
— ¡Guau! No has cambiado, mi jefa —dice mientras se ríe— bueno respondiendo a tu pregunta, ese es el primer restaurante de la ciudad, ya que es un negocio nuevo que se estableció en este sector y a juzgar porque los dueños acaban de llegar al país. Ya que, al ser extranjeros y todavía no estar familiarizados del todo con nuestra lengua y agronomía, están haciendo esto poco a poco.
— ¿En serio? —preguntó burlándome mientras Estiben está rojo de la vergüenza— ¿Cómo puedes estar seguro de que este sea el único ?
— Mmm eso es simple. Lo sé, porque vine a comer aquí antes y averigüe su historia porque le pregunté a uno de los dueños. Ya sabes, para seguir con mi hobbie—dijo sin darle importancia—.
Su respuesta bastó para que yo muriera de la risa
— ¿De que te ríes ? —Pregunta confundido Josep—.
— Es que, es que —digo tratando de no estallar en medio de la risa— hemos pasado por aquí más de ocho veces.
Josep abre sus ojos como plato y yo sigo riéndome, por lo que, Josep mira a Estiben y este asiente. Lo cual hace que no sea yo la única que se esté riendo.
— ¿Y porque no pediste indicaciones?, definitivamente eres un tonto —dice Josep burlándose—.
Estiben nos mira, me quita la bolsa con los bocadillos y se dirige al departamento de Josep. Sin más que hacer, Josep y yo decidimos ir a nuestro ritmo y hablar un poco. Después de todo, teníamos años de no vernos.
— ¿Y entonces tu eres la hermana de Estiben que quiere tener un trabajo en el hospital? —Pregunta Josep—.
— Pues sí, soy yo, a decir verdad quiero regresar a trabajar lo que estudié en cualquier clínica u hospital pero Estiben y los demos Evans quieren que trabaje en el hospital en el que tú estas. Ya que, así tendrían un informante de lo que yo hago —digo burlándome—.
— Ya en serio, di la verdad —dice Josep—.
— Es por José —le digo y él asiente, él conoce mi antigua historia con él. Por lo que lo pregunta más y le agradezco—.
— Bien, ojalá quedes, ¿Mañana puedes presentarte a las nueve de la mañana para ver si te aceptan en el hospital? —dice— Aunque Bueno, con tu destreza dudo que no quedes.
— Dios te oiga —respondo—.
— Vamos, no estás sola, yo también estoy contigo mi enana —dice mientras me golpea con el brazo—.
Recordando que no estamos solos ya que la orientación de Estiben es pésima, decido cambiar el tema.
— ¿Si es seguro que vaya adelante? —pregunto a Josep intentando cambiar el tema — ¿No se perderá otra vez?
Josep mira a Estiben que va varios pasos delante de nosotros
— Hey es derecho no a la derecha —yo me burló por lo bajo— si, creo que es mejor que yo vaya adelante —camina rápido acercándose a Estiben , justo cuando lo alcanza lo agarra del cuello— ¿Cómo puedes ser tan tonto cuando has venido varias veces y que siempre te pierdas?
Yo me río un poco por sus muestras de "cariño".
Mientras agradezco a Dios que el amigo de Estiben que me va a ayudar a buscar trabajo en el hospital sea un conocido mío.Al parecer sí logró quedar en ese hospital tendré a un buen amigo que me acompañe.
(...)
— ¿Estiben será que podré quedar en el hospital? —pregunto nerviosa—.
— Claro eres Paulina la gran neurocirujana del mejor hospital de Estados Unidos, ¿Que te puede quedar grande? —dice cuando paramos en un semáforo en rojo— Paulina —me dice mientras me toma una de mi mano— todo estará bien, sé de lo que eres capaz y lo fabulosa que eres como médica, confío en ti.
Pero y si ya perdí la práctica, ya llevo varias semanas lejos de un quirófano ¿y si no doy la talla? y, la medicina avanza mucho por lo que es necesario estudiar constantemente por lo que...
— ... vamos Paulina —dice interrumpiendo— no te limites tú misma, eres Paulina nada te queda grande.
Y sus palabras me reconfortan.
— Bueno —dice— aunque a decir verdad pensé que cuando iban a operar a Pablo y que tu eras la doctora encargada de la operación, ibas a hacer que Pablo no sea tan narcisa y refunfuñón.
— Yo río —vamos Estiben soy doctora, sólo puedo hacer lo que la ciencia me permite, los milagros déjaselo a Dios—.
Por otra parte.
— Aaaaachu* —estornuda Pablo —.
— ¿Quién estará hablando a mis espaldas? —piensa Pablo —.
* se suele decir que cuando hablan mal a sus espaldas la persona estornuda.*
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Ella es mi Medicina
Fiksi PenggemarPaulina y Pablo eran dos niños de México que se querían mucho, pero por cosas del destino Paulina y su familia tuvo que irse a Estados Unidos, cuando Paulina tenía 8 años y Pablo 10. Desde ese momento perdieron comunicación y aunque no se vieron más...