— Bueno fue una experiencia — dice Yohana intentando encontrar las palabras—.
— Inolvidable y significativa —completo por ella y ella asiente—.
— Bueno ¿lista para partir? —Centrando su mirada en mí y yo asiento—.
— Bueno solo queda esperar estas horas en carro y las horas del avión —dice mientras suspira—.
Del lugar en el que nos encontramos, al aeropuerto más cercano, está lejos. Por lo que estaremos varias horas en el carro en el que nos encontramos.
Horas después
Nos encontramos listos para abordar al avión que nos llevara a nuestra casa, por lo que tenemos sentimientos encontrados. Ya que nos invade cierta tristeza y emoción. Tristeza por la realidad que se vive en este lugar, la cual hemos conocido con nuestros propios ojos y emoción que tenemos por ver a nuestros seres queridos.
— Aunque nuestra ayuda no fue tan significativa — digo llamando la atención de todos los que hicimos parte del voluntariado—, me alegra saber que fuimos parte del equipo que brindo ese rayo de esperanza a las personas que pudimos ayudar con nuestras capacidades.
>> Sí, las cosas no cambiaron para ellos, pero por lo menos recibieron ayuda humanitaria que a gritos requerían y que nosotros pudimos brindar. Ahora es momento de ver a los nuestro y llenarnos del amor que aquí transmitimos.Y con esas palabras los rostros tristes recobran un mejor semblante.
— ¡Guau! Deberías escribir tarjetas motivacionales —dice una Yohana risueña—.
Y yo niego mientras sonrió.
Una voz nos llama a abordar nuestro avión, por lo que cada quien toma sus pertenencias y emprende su camino.
— Dentro de poco estaremos en casa —digo a Yohana y ella asiente—.
Narra Pablo
— Tres meses —digo mientras camino de un lado a otro emocionado, mientras mis tres de cuatro amigos me miran aburridos— tres meses han pasado desde la última vez que la vi y por fin estoy a horas de volverla a ver —digo más emocionado—.
— Lo sabemos —dice Javier fingiendo que se está durmiendo—.
A lo que ruedo los ojos.
— ¿Por qué están tan aburridos con la gran noticia que les tengo? —Pregunto sin comprender — se supone que son mis amigos, deberían de estar felices porque yo lo estoy.
— Pablo ¿En serio nos hiciste reunirnos para esto? — Comenta Harry— tengo mucho trabajo que hacer y ¿tú me llamas para esto?
— Concuerdo contigo mi querido Harry — dice Javier secundando a Harry mientras yo ruedo los ojos—.
— ¿Es en serio? — Pregunto indignado— mi novia viene y ¿ustedes están como si nada?
— A veces me sorprende que la mente que él tiene lo haya vuelto una persona con tanto dinero —dice Javier seriamente—.
— Esa es una pregunta que no tiene respuesta lógica —dice Harry—.
— Hola, hola gente —Dice Aidan ingresando a la oficina de presidencia— ¿son ideas mías o el día está perfecto?
— Aquí viene otro enamorado — dice Harry lamentándose mientras que Fred que está sentado a mi lado deja escapar una risa de burla—.
— Ya veo venir como van a morir estos chicos —dice Aidan y yo frunzo el ceño confundido— solos, sin nadie que los llore además de los gatos con los que vivirán.
Los tres chicos sueltan un bufido pero es Harry quien habla primero.
— Eso sería imposible, en mi caso — afirma— aunque de ser hipotéticamente cierto, literalmente preferiría eso que estar todo el día, todos los días escuchándolos a ustedes —dice señalando a Aidan y a mí— par de señoritas diciendo todo el día ¿Cuándo volverán las chicas?...
— ... ¿estarán bien dónde están? — secunda Javier —.
— ¿Pensara en mí? — Continua Fred—.
— ¿Me extrañara? —Comenta Javier—.
— Y muchas otras cosas más, que si las comenzamos a decir jamás terminaríamos — dice Harry—.
— Y se hacen llamar amigos —digo indignado— todo eso lo decía porque la extraño y no sabía cómo estaba ella, si estaba bien o estaba mal y hoy que poder verla después de tantos meses que para mí fueron siglos, ustedes no quieren compartir mi alegría.
— Dios había escuchado que el tiempo pasa volando — comenta Javier— pero jamás pensé que pasara tan rápido, a tal punto que ya han pasado siglos —dice aguantando la risa— ¿Cuántos siglos tienes Harry? — pregunta mirando al nombrado—.
— No sé, pregúntale a la señorita drama — dice mirándome—.
— Algún día estarán en mi lugar y disfrutare su agonía — digo indignado—.
— Vamos no te enfades — dice Fred — solo te decimos estas cosas porque eres muy — dice intentando buscar las palabras adecuadas—
— Estresante —comenta Javier—.
— Intenso — continúa Harry —
— In... — intenta decir Javier—.
— Esta bien, ya entendí — digo—.
— En fin, la cuestión es, que no hay de qué preocuparse — comenta Fred—.
— Claro que tengo que preocuparme, es la mujer a la que quiero la que no está cerca mío — comento frustrado— sin contar que puede estar en peligro.
— ¿Seguiste recibiendo más amenazas? —Pregunta Aidan y yo niego—.
— Hace dos semanas que no las recibo — comento—.
— Bueno, eso es bueno —comenta Harry y yo frunzo el ceño— vamos, hermano, las malas noticias son las primeras que llegan.
E inmediatamente el teléfono comienza a sonar, haciendo que un silencio incomodo inunde el lugar.
— ¿Hola? — Digo con cierto nerviosismo en mi voz al ver un número desconocido llamarme—.
— Llantos se escuchan del otro lugar hasta quien me llama logra calmarse — Hijo el avión en el que venía Paulina cayo—.
Intento procesar lo que mi madre acaba de decirme, pero no encuentro lógicas en lo que me dice, Fred al verme inmóvil agarran mi teléfono preocupado se acerca a mí y me lo quita para saber con quién estoy hablando.
Los tres restantes se acercan a mí intentando saber qué fue lo que me dijeron, pero de mi boca no salen palabras. Aidan me sienta en el mueble que está a mi lado y se levanta para buscarme algo que me ayude a salir de mi shock, sin embargo no dura mucho.
Regresa pálido con un sobre en la mano que me extiende.
"Te advertí que no podías ser feliz y no me hiciste caso, espero que Dios te perdone por ser el culpable de que Paulina esté muerta, Disfruta mi regalo. T.W"
El mismo modo operativo de las cartas de amenaza anteriormente enviadas, letras recortadas y pegadas solo que esta vez no eran simples amenazas, están vez podrían ser el aviso y recuerdo de una realidad. Una realidad que no estoy dispuesto a aceptar.
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Ella es mi Medicina
Fiksi PenggemarPaulina y Pablo eran dos niños de México que se querían mucho, pero por cosas del destino Paulina y su familia tuvo que irse a Estados Unidos, cuando Paulina tenía 8 años y Pablo 10. Desde ese momento perdieron comunicación y aunque no se vieron más...