Familia Evans (editada)

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La noche pasó lenta y dolorosa para mí. Cada minuto que pasaba me recordaba que tenía que despedirme de los únicos familiares que se preocupaban por mí, que estaban conmigo en las buenas y en las malas. Los únicos a los que entraban perfectamente en el significado de familia. Y ¿Qué es lo que más me duele?

Que un imbécil, hijo de papi y mami, que nunca en su vida ha conocido que son los límites, ni que como seres humanos tenemos que respetar y valorar la vida de los demás, se le haya dado la gana de acabar con la vida de mis padres, sin recibir su merecido y lo peor de todo es que por golpearlo quieren acabar con nosotros.

Sin duda no tienen vergüenza, José merecía más que una desfiguración en el rostro. Pero lastimosamente no tengo la fuerza para hacerle pagar por todo el dolor que me ha causado.

Miro a mi alrededor y el dolor me invade. Cuando un ser querido muere por algún tipo de enfermedad, yo lo llamo que su hora había llegado y de una u otra forma para los familiares —pienso yo— es de alguna manera reconfortante pensar así, ya que fue una muerte natural, sin ningún tipo violencia. Pero el saber que no murieron así sino que los mataron, da un sin sabor que duele, daña y debilita a la persona, pero ese mismo sentimiento así como puede debilitar también te hace más fuerte.

Soy una persona que estudió para salvar vidas y no para quitarla, pero, José hace sacar el demonio de un santo ¿No?

No, no, no, no —saludó mi cabeza mientras niego mentalmente — No puedo dejar que un ser tan malvado como lo es José haga cambiar mi esencia, él no lo vale. Además, hay en el mundo muchas personas malas como para ser una más.

— ¿En qué piensas tanto? —Pregunta Pablo a mi lado—.

— En lo doloroso que es despedirte de tu única familia —suspiro—.

Pablo toma mi mano y dice

— Sé que mis tíos son y serán muy importantes para ti, pero recuerda que mi familia es tu familia, fue así antes y lo será ahora —.

Por primera vez en tanto tiempo veo al Pablo dulce y sabio que sabe utilizar las palabras que te reconfortan.

— Bueno —continua— digo yo acá. Porque con ese carácter que te gastas, en comparación a la dulce que conocíamos antes, definitivamente habría que consultar con mi familia. A decir verdad a veces das miedo, sin mencionar que la linda —físicamente— y dulce niña ya no está —suspira— ¿Sabes? Olvida eso de que mi familia es tu familia, ya que —comienza a contar con sus dedos— Eres fea, tienes malos gustos con los hombres, eres grosera y sin poder —Suspira con pesar— Tienes muchos defectos juntos.

Ruedo mis ojos y mentalmente retiro lo dicho, Pablo es un idiota.

Llegamos a nuestro destino. Darle la cristiana sepultura a mis padres es una de las cosas más difíciles que he experimentado. Aunque en mi profesión veo a muchas personas morir y debemos seguir adelante a pesar de ello, el que mueran mis padres no es algo fácil de superar. Posiblemente la resignación llegue algún día, pero el dolor que tengo ahora nadie me lo quita.

En el lugar sólo estamos Pablo, sus guardaespaldas y mi persona, lo cual me tranquiliza. El entierro es algo íntimo en el que ningún tercero podría salir herido. Y es que con todo lo ocurrido en el velorio, lo mejor era avisar a los amigos y vecinos de mis padres a que no asistieran al debido entierro.

José y su gente no conocen límites y para personas así, es mejor no relacionarse con otros.

El dolor me invade, siento que un pedazo de mi alma se va con mis padres, que ahora yacen en este pedazo de tierra. Ahora estoy sola, ahora no tengo a nadie.

Ella es mi MedicinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora