03. ¿Tn?

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Cinco
La miré entrar, llevaba una bata blanca hasta las rodillas, ¿Acaso era doctora? ¿Una psiquiatra? ¿Podría escapar? Lo único que sabía era que moría de hambre.

Se sentó enfrente y sonrió.

- Gusto en conocerte...¿Tu nombre es Cinco? - asegurándose.

- Si - afirmé - ¿Y usted?

Se acomodó los lentes y prosiguió:

- Mi nombre es Susan, estoy aquí para hacerte un par de preguntas y ver que podemos hacer contigo.

- ¿No puede irme simplemente? - tratando de sonar cortés.

Ella río.

- No es tan sencillo. Empecemos con algunas preguntas, ¿Okey?

Asentí.

Pasó alrededor de una hora repitiendo las mismas preguntas para ver si mis respuestas eran las mismas. Qué fastidio.

¿En qué momento me hicieron una prueba de ADN para verificar si Klaus era mi hermano?

Malditos bastardos.

La mujer salió y me habló de algo como una casa hogar en otra ciudad.

Creo que tendré que aceptar el destino.

***

-No te preocupes, estarás bien - me decía Susan con una sonrisa mientras yo entraba en una furgoneta - No será tan malo.

Solo le di una sonrisa forzada.

Al parecer sería un viaje largo, me dieron unas galletas las cuales agradecí aunque no son suficientes para el hambre que tengo.

Supongo que estaba tan cansado que ni siquiera supe cuando había caído dormido.

Un pequeño estruendo me despertó.

- Te dije que te estacionaras en línea recta, ahora nos meteremos en problemas - decía alguien molesto.

- Ya, ya, deja de quejarte, nadie se dio cuenta.

Trate de ver la pequeña ventanilla que tenía enfrente, el que conducía y su acompañante no estaban.

¿Podría escapar? ¿O debería quedarme y conformarme con lo que fuese a pasar?

Si voy a esa casa hogar tendría que convivir con muchas personas, odio tener que hacerlo.

Algo me dice que debo salir de aquí como sea.

No lo pensé dos veces y traté de abrir la puerta, estaba con seguro. Carajo.

Busqué a mi alrededor algo que me pudiera servir, no había nada. Volví a asomarme a la ventanilla y vi que esos aún seguían afuera discutiendo. Tendré que darme prisa.

Rebusque y rebusque, mi vista enfocó algo fino y delgado de metal. Aleluya.

Inmediatamente me dirijo de nuevo a la puerta y comencé a forcejearla sin hacer mucho ruido. Tiene que funcionar. Vamos. Después de intentarlo por varios segundos escuché un click.

Se había abierto.

Abrí la puerta con cuidado, la luz impactó un poco mis ojos, volví a cerrar la puerta y comencé a alejarme. Me alejé lo suficiente para analizar la situación, al parecer habían chocado la parte trasera de un auto, por eso se habían estacionado de tal manera.

Los días contigo / Cinco Hargreeves Donde viven las historias. Descúbrelo ahora