Capítulo 3 - Una victoria y una traición

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Emma

Ya han pasado dos semanas desde el inicio del curso sin ni siquiera darme cuenta. James ha entrenado día y noche para la pelea de hoy. Parece tranquilo y confiado, sin embargo Adam y yo tenemos los nervios a flor de piel. Nora y yo hemos estado yendo juntas en la universidad y en poco tiempo hemos creado un vinculo de amistad. Por otra parte siento a Caden más desconcentrado de lo normal, a veces siento que busca algo con la mirada o que se escabulle de mi en cuanto puede. Definitivamente me están afectando los nervios de la pelea. Mañana es su cumpleaños y por fin podré darle mi regalo.

Falta una hora para la pelea. Abro mi armario y busco la camiseta que me hice hace unos años para las peleas. Me la pongo con unos vaqueros cortos. La camiseta es blanca y tiene escrito el apellido de mi amigo, Crowell, junto con un 1. Recojo a Nora en la puerta de la residencia, Adam y los demás chicos están ya ahí

Buscamos a Adam entre las gradas, él levanta el brazo y nos sentamos a su lado. No me gusta molestar a James antes de las peleas, pero siento que esta vez debo hablar con él antes de que empiece. Me escabulló dejando a Nora y a Adam solos. En la puerta del vestuario me choco contra Matthew.

- Pensaba que no llegarías nunca- exclama divertido con una media sonrisa

- No quería molestar, no sabia si bajar o no- explico sincera

- Creo que a James no le basta con un entrenador tan cojonudo como yo, también necesita a su animadora favorita- me guiña un ojo y me indica la puerta con la cabeza

Cuando entro James está sentado en uno de los bancos con la cabeza entre sus manos. Esa imagen me hiela la sangre. Sabía que toda esa coraza de confianza no era más que eso, una coraza. Y que en el fondo estaba nervioso

Me pongo de cuclillas entre sus piernas y las agarró con las manos, él me mira a los ojos y al instante entiendo todos sus sentimientos

- Escuchame bien James, no he visto a una persona que haya luchado tanto como tú para llegar aquí. Te has ganado vivir este momento y pase lo que pase ahí arriba, créeme que ya has ganado. Que no te importe lo que la gente pueda esperar o no de ti, ahora mismo lo único importante eres tú. Llevas soñando años con esto, ahora ha llegado el momento de disfrutar de todo ese esfuerzo, sudor y sangre. Así que levanta con orgullo la cabeza y sal a patear culos- sus pupilas vidriosas que antes mostraban nervios ahora parecen decididas. Asiento y aprieto mis manos sobre sus rodillas

-James, es la hora- nos informa el entrenador, nos levantamos,le cojo de la mano y le acompaño hasta donde tengo permitido. Antes de irme junto su cabeza contra la mía y le miro a los ojos, el asiente decidido mientras me acaricia la mejilla.Cuando vuelvo a sentarme en mi sitio Adam y Nora mantienen una charla entretenida a juzgar por las risas de ambos. Lucen bien juntos

- Señoras y señores, comenzamos la pelea. A un lado del ring tenemos al increíble Grayson Bradley- Grayson sale al ring y una oleada de aplausos le anima mientras él levanta sus enormes brazos- Y en el otro lado tenemos a nuestro novato pero no por eso menos peligroso James Crowell- me levanto del asiento gritando a pleno pulmón y cientos de personas aplauden y gritan como locos. Se nota que James es el favorito, al fin y al cabo es un novato que ha luchado hasta estar a punto de clasificarse para el estatal, carne fresca en un mundillo más que asentado. Cuando sale ya no queda ningún rastro de nervios o de presión, tan solo confianza

La campana suena y empieza la pelea con un puñetazo de James que deja medio atontado a su contrincante. Ese es James, un chico fuerte y seguro y aunque parezca impulsivo piensa cada movimiento sin dejarse llevar por la ambición o la desesperación. Es como verle bailar en una sintonia que solo él entiende. Cada ataque, cada reflejo está unido a su ser, como si formase parte de él.

Mi amigo encabeza la pelea en todo momento sin bajar la guardia y aunque sé que probablemente siga así no puedo evitar que el estómago me de un vuelco cada vez que Grayson le ataca. Me encanta verle hacer lo que le gusta y sé que para él es importante que esté ahí, pero me mata ver cómo recibe golpe tras golpe. En esos momentos tan solo cierro los ojos y reprimo mis ganas de saltar al ring y pegar un puñetazo a quien sea que le toque.

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