Capítulo 24- El ascensor

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Emma

Me intento hacer paso entre todos los jóvenes sudorosos que bailan pegados, la música me impide pensar con claridad y la luces dificultan mi visión. Continuo colandome entre los huecos hasta encontrarme en el medio de la pista, todos se mueven a mi alrededor pero yo estoy quieta. Giro sobre mi misma mareada mientras las luces iluminan mi rostro, continuo girando sin poder encontrar a mi amigo. La histeria empieza a controlar mi cuerpo. Necesito llegar a él. Una máquina comienza a expulsar humo y toso intentando respirar. Recibo un golpe en el brazo cuando una chica pasa por mi lado. Quiero salir de aquí, pero no puedo moverme entre toda esta gente. Cierro los ojos con fuerza. Necesito a James

- Em- escucho su voz como si lo hubiese invocado. Abro los ojos y le veo, lleva el pelo hecho un desastre, su camisa está manchada con lo que supongo que es alcohol y está un poco desabrochada, tiene un cubata en la mano y me mira alegremente. Al verle no puedo evitar saltar a sus brazos y unas lágrimas se escapan de mis ojos. Él me envuelve al instante, escucho como suspira y me aferro aún más a él

- Has venido- grita eufórico ignorando la mirada de la gente de nuestro alrededor

- Me dijiste que viniera- me aparto y le miro, sus pupilas iluminadas por las luces me demuestran lo borracho que está, pero no dejan de ser los ojos más preciosos que he visto nunca. Su expresión de felicidad cambia al verme la cara

- ¿Por qué has llorado?- me pregunta preocupado e intenta agarrar mi rostro, pero el cubata que lleva en la mano se lo impide, lo mira con fastidio y busca a su alrededor hasta que pasa un chico por su lado y le da su cubata sin una sola palabra ante la perplegidad del chico y de mí misma. El chico se congela al ver el ofrecimiento, pero James se vuelve hacia mí sin ni siquiera inmutarse. Me agarra cuidadosamente de la nuca con sus dos manos y siento como mi corazón se acelera, ya no me importa lo que haga el chico con el cubata- No quiero que llores Em- limpia mi mejilla con su pulgar y mis piernas comienzan a temblar, su voz suena ahora mucho más profunda- No puedo soportar ver esos preciosos ojos con lágrimas- su tono me produce un escalofrío que llega hasta mis manos, que ahora se mueven nerviosas.

Para ser sincera todo mi cuerpo está de los nervios excepto mis ojos, que como hechizados no pueden dejar de mirarle. Nos mantenemos en silencio durante unos segundos- Prométeme que no vas a volver a llorar jamás- me dice con tanta ternura que no puedo evitar sonreir enternecida. Me encanta el James borracho porque es como tener delante al James de 10 años, que le encantaba jugar a fútbol con sus amigos, cazaba insectos para gastarme bromas, el que se metía en peleas todo el tiempo y ese niño que siempre estuvo a mi lado haciéndome reír y limpiandome las lágrimas cuando lloraba

- No puedo prometerte eso- le intento explicar, pero él se enfada al instante como niño al que quitan su piruleta

- ¿Por qué no?- Me muerdo en labio para no reír

- Porque nadie puede hacer eso- coloco mis manos sobre las suyas y mi piel cosquillea ante el contacto- Vámonos a casa James- le pido y puedo sentir su mirada atravesando mis pupilas hasta ese punto de mí misma que ni yo conozco. Él asiente. Bajo sus manos de mi nuca, entrelazo nuestras manos y comienzo mi camino entre la multitud. Aparto a la gente para dejar espacio a James que camina lentamente tambaleándose y con algún que otro tropiezo. Recibo otro golpe al crearle hueco, pero no me importa. Puede sonar cursi, pero recibiría los golpes que fueran necesarios por protegerle. Después de varios minutos de lucha y algun que otro tropiezo más logramos salir de la discoteca.

Consigo sentarle en un banco mientras saco el móvil y llamo a un taxi, pero en cuento comienzo a marcar el número veo por el rabillo del ojo como se duerme y cae hacia la piedra del banco. Corro lo más rápido que puedo y logro sujetar su cabeza a escasos centímetros de la dura piedra. Suelto un suspiro al ver su cabeza intacta mientras él parece dormido

Incondicional Donde viven las historias. Descúbrelo ahora