Capítulo 32- Un paso más

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James

Han pasado cuatro días desde que ví por última vez a Emma. Desde el momento en que la eché de su propia casa y le grité que no quería volver a hablar con ella. Al día siguiente la busqué sin éxito por toda la universidad y cuando llegué a casa sus cosas habían desaparecido. Ya no quedaba ningún rastro de ella, ni su ropa, ni sus libros, ni sus mil productos de maquillaje que antes ocupaban todo el baño. Doy otra vuelta en la cama antes de levantarme y empezar el día, miro hacia el lado vacío de la cama que antes ocupaban mi amiga y solo veo un hueco frío y distante de mí. Suspiro y me levanto lentamente, empezando mi camino hacia el baño

- Menuda cara tengo- me digo observando mi desastroso aspecto. Tras lavarme la cara me dirijo a desayunar. Adam ya está en el salón cuando llego y le saludo sin muchas ganas

- Tienes mala cara- suelta nada más verme

- Buenas días a ti también- digo
irónicamente

- James, no puedes seguir así- me mira preocupado, pero esquivo su mirada y me centro en prepararme el desayuno- Pareces un muerto- incide

- Son las 7 de la mañana ¿Cómo quieres que esté?- miro las galletas que tengo en la mano con desgana

- Ya sabes a lo que me refiero- ruedo los ojos cansado de la misma historia

- Adam, ya te he dicho que no sé ni quiero saber dónde está Emma ¿Cuántas veces voy a tener que repetirlo?

- Hasta que te lo creas- le miro de reojo y no puedo evitar pensar que tiene razón, pero no lo admitiré. Termino el café y vuelvo a mi habitación. Cojo lo primero que encuentro y me lo pongo. Miro el armario, sin la ropa de Emma está casi vacío. Sonrío instintivamente al recordar el show que montaba cada mañana para decidir que ponerse. Desde luego es una dramática.

- Cómo si no tuviese ropa de sobra- musito con una leve sonrisa en los labios

De camino a la universidad ninguno de los dos dice ninguna palabra, en al radio empieza a sonar Complicated y el recuerdo agridulce de Em cantándola a todo pulmón se reproduce en mi cabeza. Alzo el brazo y apago la radio ante la mirada interrogativa de mi mejor amigo.

Las clases suceden sin más hasta la hora de almorzar. Todos mis amigos hablan y ríen de no sé qué estupidez mientras yo juego con mi comida. Levanto la mirada y veo como Zane entra por la puerta ¿Sabrá donde está Emma? Mi curiosidad me pide que me levante y lo averigüe, pero mi orgullo la calla antes de cagarla. Me giro y veo cómo Nora y Adam hablan divertidos. Nora seguro que sabe dónde está. Sacudo la cabeza intentando quitarme esos pensamientos, me despido de todos y salgo de la cafetería antes de hacer cualquier estupidez. Me dirijo hacia el aparcamiento y entro en mi coche. Me tiro sobre el asiento y desinflandome poco a poco. Froto mi cara con las manos pesadamente

- Te echo mucho de menos Em- admito en voz alta- ¿Dónde te has metido?

La verdad es que estos últimos días han sido un asco sin ella, da igual lo que hiciera siempre había algo que me recordaba a ella y eso me ha vuelto loco. Arranco el motor y conduzco hacia el club, un poco de ejercicio me aclarará la mente. Me cambio con rapidez y en menos de cinco minutos ya me encuentro delante de un saco de boxeo.

Disparo puñetazo tras puñetazo esperando dejar atrás todos esos pensamientos que me persiguen desde hace días, pero la imagen de Em animandome en cada pelea se cuela sin permiso en mi cabeza. La fuerza de los golpes aumenta mientras veo pasar todos esos momentos que hemos compartido juntos: nuestras tardes de maratones de película, las palizas que me pega cuando jugábamos a basket, sus gritos de alegría cuando gano una pelea, su mirada de preocupación cuando bebo más de lo que debo, sus abrazos en mis momentos más bajos, su apoyo cada vez que dudo de mi mismo, su hombro lleno de mis lágrimas, sus tortitas los domingos, nuestras voces resonando en mi coche al son de cualquier canción y sus risas cada vez que le hago cosquillas.

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