AURA
★
—Eric.
Está agotado, no me escucha. Se durmió tarde tratando de reparar la falda de tul de Rachelle. Se pinchó tantas veces con la aguja que se preocupó por las molestias que sentiría al tocar la guitarra en la gira. Me ofrecí a ayudarlo, soy mejor costurera que él, pero insistió en que me enfoque en mi trabajo y le permita hacerlo.
Eric tiene una relación de amor y odio con las giras. Para nadie es un secreto que adora ser el centro de atención, nació para eso; ha aprendido a salir airoso de situaciones incómodas con mujeres y hombres que quieren estar cerca de él. Pero lo que quizá sí es un secreto para sus admiradores es que detesta marcharse y dejarnos en casa.
Suele recriminarse por dejarme la carga de los mellizos y que eso me atrase en mi trabajo. La maternidad ha frenado muchísimo mi escritura. No me incomoda, soñaba con ser madre y tener a mis pequeños es lo mejor que me pudo pasar. Sin embargo, Eric teme que en un futuro pueda reclamarle, eso no pasará. Si quisiera más tiempo para escribir, lo tendría.
Además, en el pasado era su música la que nos mantenía a flote económicamente. No podríamos costear la casa, los autos, seguridad o la ropa de lujo con mis ganancias como escritora; prácticamente todo sale de su dinero.
Pero eso está a punto de cambiar.
Eric duerme bocabajo, tardé algunos meses en descubrir que es cómo más le gusta dormir. Sus brazos cruzados sirven de almohada para su cabeza y me permite ver el espectáculo del tatuaje de alas de ángel que nacen en su espalda. Beso una de las plumas de tinta negra, balbucea algo entre sueños y continúa durmiendo.
Estoy segura de que muchas personas venderían a sus padres por presenciar el espectáculo de Eric dormido. Yo vendería a José Antonio, no me queda duda.
«Perdón, papá», pienso con una sonrisa.
Aparto los mechones negros de su cabello y deslizo el dedo sobre la nariz recta. En mi mente viven los ojos casi negros que se esconden detrás de sus párpados. Es inevitable, que en momentos como éste, recuerde cuando sólo éramos compañeros de trabajo y buscábamos cualquier excusa tonta para tocarnos, así fuera un simple roce de manos. Ignoré tanto tiempo mis sentimientos por él, lo creía fuera de mi alcance. A veces me arrepiento, pero creo que todo pasó de esa forma por algo.
Eric se queja entre sueños. Me pego un poco más a él y recargo la mejilla en su brazo. Sé que es una pesadilla, las tiene desde el atentado en el estadio que acabó con la vida de varios admiradores y lesionó a otros tantos; ha pasado casi un año desde aquello. Eric siempre ha sido sobreprotector con nosotros, después de eso mucho más. Irse en esta gira le está costando muchísimo, incluso habló de salirse de la banda o llevarnos con él durante el tiempo que dure, pero no podemos darles esa inestabilidad a los mellizos. Nuestro Henrik no lo toleraría, su introversión aumentaría.
Y tengo trabajo, mucho trabajo.
La serie de televisión sobre mis novelas ha empezado a producirse. Lo primero es el guión en el que trabajaré con ayuda de otros guionistas. Yo tendré que viajar algunos días a la capital y los mellizos se quedarán con mi hermana. Por supuesto que Eric está al borde del patatús, no quiere que viaje sola, pero sabe que tampoco puede detenerme. El plan original era que él se quedaría en casa con los niños, nada salió como esperábamos.
Eric se inquieta otra vez entre sueños. Abre los ojos y, la inmensidad del mar negro en sus irises, me absorben por unos interminables segundos. Es demasiado guapo para ser real, no puedo sacarme eso de la cabeza sin importar los años que tenemos juntos; él consigue que cada día me enamore más.
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La melodía de Auric
RomanceLa vida de Aura ha sido cualquier cosa menos sencilla. Ha superado todos los obstáculos y se ha convertido en una escritora popular. Sus obras no sólo son leídas en varios idiomas, sino que ha recibido la propuesta para una serie de televisión en la...