AURA
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Los mellizos no suelen acompañarnos a despedir a su papá en el aeropuerto. No nos gusta que sean fotografiados sin nuestro consentimiento. Ellos se despiden en casa, luego de jugar por horas y comer juntos. Eric procura estar feliz, no demostrar que le duele separarse de las personitas que más ama en este mundo, y sólo se permite flaquear mientras conduce hacia el aeropuerto.
Limpia con discreción las lágrimas que han brotado de sus ojos. El estéreo está a un volumen alto y sostiene mi mano sobre la palanca de velocidades, sólo la suelta para cambiar de velocidad, pero incluso así procura sostenerme aunque sea con un dedo.
Una llamada interrumpe «No cars go». Eric presiona un botón en el volante y contesta.
—¡Díganme que no están cogiendo o perderemos el avión! —chilla Berenice.
Eric se masajea el puente de la nariz mientras yo suelto una carcajada.
—Berenice, en serio, ¿tienes que saludar así? Podrían estar cerca los niños.
—Coger es agarrar, mal pensado del montón, sólo dije que espero que no estén agarrando algo, dah.
—No estamos cogiendo, Bere —respondo en voz alta—. Ya casi llegamos.
—Bien, sólo faltan ustedes y Mike.
—Mike debe estar sufriendo por apartarse de su bebé —suspiro—. Es muy pequeñito.
—Tres meses —concuerda Bere con pesadez—. Dice que volverá, que sólo quiere constatar que no mataremos a Mailén de un paro cardiaco y... ¡¿Por qué me pegas, hijo de tu chingada madre?!
—¡Por bestia, Berenice! —brama Nicolás cerca del celular—. ¡Mike no dijo eso!
La risita de Mailén se escucha como fondo en compañía del murmullo del aeropuerto.
—Nicolás es un llorón de lo peor —se queja Bere—. Los esperamos en la sala.
—Ya vamos —ríe Eric y corta la llamada—. Es real que nada cambia.
—Me alegra de que así sea.
Eric y yo intercambiamos una mirada y sonreímos.
En unos minutos nos encontramos entrando al estacionamiento del aeropuerto. Eric se estaciona con tanta facilidad en un lugar diminuto y yo sólo pienso en cómo sacaré de este sitio el Mustang para volver a casa.
Su equipaje consta de una sola maleta, pero no porque de pronto sea menos vanidoso, sino que en la capital tendrán ropa de diseñadores esperando por ellos. Debo admitir que a veces me robo algunas prendas que le regalan, son bonitas; a mí nada más me regalan salsitas extras en el sushi.
La sala donde esperan los chicos se trata de la VIP. Sólo documentamos el equipaje de Eric y nos dirigimos ahí donde, desde que entramos, nos recibe la calidez de nuestros amigos. Todos están aquí, soy la única que no pertenece a las bandas y que regresará sola a casa.
Cristal y Dimas son los primeros en acercarse, conversan sobre una entrevista que tendrán apenas pisen suelo capitalino; Eric no quiere ir como el divo que es, aunque sabe que no es opción. Cristal acaba de teñir su cabello, así que el tono azul es tan intenso como los ojos azules de Dimas, su esposo. La pareja pertenece a Gray, son vocalistas y guitarristas, aunque Dimas canta más en las canciones que Cristal.
Me gusta contemplar a Cristal y Eric juntos, su parecido como medios hermanos es asombroso y al mismo tiempo sutil, comparten esa delicadeza en las facciones que los convierte en criaturas hermosas.
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La melodía de Auric
RomanceLa vida de Aura ha sido cualquier cosa menos sencilla. Ha superado todos los obstáculos y se ha convertido en una escritora popular. Sus obras no sólo son leídas en varios idiomas, sino que ha recibido la propuesta para una serie de televisión en la...