Capítulo 15

1.8K 204 312
                                    

ERIC

Mailén ha insistido en que debemos asistir a todos los «after». Supuestamente hay personas importantes que quieren conocernos y pasar tiempo con nosotros. Por lo general, no voy sin importarme lo que dice, pero ha encontrado cómo manipularme.

Si no asisto, no me entrega pastillas, así de sencillo. Entonces obedezco, pero estoy tan ausente que en realidad no importa. Sé que nos presenta gente, que algunos piden fotografías y que las acepto de forma mecánica; a estos no puedo enviarlos al carajo tan rápido como a la otra chica. El resto del tiempo me recluyo en un rincón a fumar y beber un whisky tras otro, nadie que valore su vida se atreve a recordarme que no se permite fumar en espacios cerrados.

El «after» es en un exclusivo club nocturno que cuesta más de lo que muchos ganan en un mes. Es la fiesta de alguien, no sé de quién, y como regalo nos han traído a perder el tiempo. Por lo menos, la música electrónica me recuerda a la de Gustavo y los juegos de luces forman figuras por arriba de nuestras cabezas al ritmo preciso de cada canción.

Estoy cansado de todo esto. Preferiría que me idolatren sin tener que relacionarme con ellos.

Sacudo la cabeza. El letargo ha regresado. Los tres cafés que tomé durante el concierto ya han perdido su efecto. Percibo las grietas en mi cabeza, esas líneas chuecas que dejan escapar al Eric de años atrás. A veces todavía me sorprendo cuando me miro al espejo y lo encuentro a él, no a mí.

—¿Podrías sonreír? —pregunta Mailén sin mirarme cuando toma asiento a mi lado—. Parece que estás aquí en contra de tu voluntad.

—Porque estoy aquí en contra de mi voluntad.

Mailén acomoda un mechón de su cabello, regala una sonrisa a su esposo —quien conversa con dos chicas exuberantes— y abre con discreción su bolso. Sus ojos verdes me invitan a mirar en el interior y encuentro dos frascos de mis pastillas.

Dibujo mi mejor sonrisa.

—Así me gusta, Eric.

Nicolás se gana mi atención. Está riendo a carcajadas con ambas chicas y una coloca una mano sobre el antebrazo de él.

—¿Y esas quiénes son?

—Unas influencers —explica Mai y me echa una mirada reprobatoria, no debería fumar a su lado y ella tampoco debería chantajearme con pastillas; así que termino el cigarro y enciendo otro. Mai pone los ojos en blanco y continúa—: En fin, la morena tiene cuatro millones de seguidores y la de cabello rosa tiene seis millones.

—¿Y planeas prostituir a tu esposo o qué?

—No —dice con una mueca de asco—. Nada de eso.

—¿Entonces?

—Sólo están hablando, Eric —explica con un tono odioso, como si yo fuera un tarado—. No me afecta en nada que Nicolás sea un poco más amable de lo apropiado.

Yo solía hacer eso. Nunca pensé en cómo podría sentirse Aura. No pasaba a más, ni siquiera a un abrazo, pero es la misma mierda. Tal vez merezco todo lo que me está pasando.

—¿No te incomoda?

—No, yo le dije que lo hiciera.

—¿Y si Nicolás se emociona...?

—No lo hará —sonríe Mai con toda la atención en el bajista de Gray—. Confío en él.

Nicolás desvía la mirada un segundo hacia ella y le regala una sonrisa cómplice.

La melodía de AuricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora