Capítulo 29

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ERIC


El celular vibra en el bolsillo de mi pantalón.

Soy el único que sube al escenario con el teléfono y todos odian eso, pero nadie se atreve a pedirme que no lo haga.

Últimamente nadie se atreve a llevarme la contraria.

Mi celular tiene tres patrones de vibración programados. Uno para Aura, otro para Luca y uno más para el resto de las personas.

Ese es el patrón de vibración de Luca.

Canto porque conozco las canciones de memoria, pero a veces ni sé qué estoy cantando. Las letras se forman en mi lengua y las escupo sin comprenderlas por completo. Mi cabeza está en otro sitio, atrapada en la vibración del celular. No sé si las drogas incrementan la sensación o sólo estoy demasiado jodido.

Me giro hacia la batería donde Berenice parece a punto de arrojarme una de las baquetas porque me ve sacar el celular del pantalón. Esa mujer tiene tan buena puntería que podría reventarme el ojo si quisiera.

Abro la notificación.

Es un video.

Una transmisión en vivo.

Aura.

Mi corazón se acelera. Soy el mismo idiota que tenía que fingir no querer besar el piso por donde ella pasaba cuando llegaba a Arabella y saludaba a todos con esa sonrisa que decoraba su rostro con hoyuelos.

Ella está nerviosa, la conozco, pero su sonrisa es sincera.

El imbécil de Luca está muy cerca de ella, quisiera poder meterme en la pantalla y mandarlo a Jupiter de una maldita patada.

Sin embargo, no es Luca el que consigue que mi estómago arda, sino el imbécil que me interpretará porque resulta que el hijo de puta tiene una banda, una jodida banda, y ahora piensa que cantarle a mi esposa es la mejor opción cuando no tienen ni la más remota idea de que jamás le dirigiré la palabra en su puta vida por lo que está haciendo.

El estúpido escuincle se acerca más.

Ya no estoy cantando.

He enmudecido con la mirada fija en la pantalla.

Entonces... el idiota toma la mano de Aura.

Yo sujeto con más fuerza el micrófono.

Él se acerca y deposita un beso en los nudillos de mi esposa.

Ese intento de músico está besando la mano de mi esposa, «mi Aura».

Aprieto la mandíbula, no controlo la fuerza con que sostengo el micrófono, sé que es demasiado cuando me duele porque no me he terminado de recuperar de la muñeca.

Y Sofía mira hacia la cámara, pero sé que me está mirando. Sabe, de alguna forma, que estoy observando esa estúpida escena y que el ardor de mi estómago se empieza a regar por mi sangre.

Los ojos verdes de la amiga de Aura están anegados de miedo y preocupación.

Entonces, se marcha.

La transmisión en vivo termina.

Gigi está cantando la canción que dejé de cantar.

Berenice niega y señala al público, pero no me importa.

Guardo el celular en el bolsillo del pantalón y abandono el escenario.

Mailén se aparta cuando paso a su lado y me sigue a grandes pasos. Está gritando cosas que no comprendo porque mis tímpanos tiene un cúmulo de sonidos atorados que no sé si provienen del concierto o de mis recuerdos.

La melodía de AuricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora