Capítulo 31

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AURA

—¡New York! ¡New York! —canta Milo al estilo de Frank Sinatra cuando ponemos un pie fuera del aeropuerto—. ¡Me encanta New York!

—Es la primera vez que estoy aquí —digo con un hilo de voz mientras decenas de personas pasan a nuestro lado hablando en inglés—. Dios mío, ¡esto es una pésima idea, Milo!

Intento regresar al interior del aeropuerto, pero Milo me sujeta por los hombros.

—¡No, Aura! ¡Ya estamos aquí y ahora vamos a seguir con el plan!

El modelo luce espectacular. No importan las horas de viaje ni el cansancio, parece a punto de subir a una pasarela. Por otro lado, yo estoy a punto pero de terapia. Algo me dice que la adrenalina es la única responsable de hacer a un lado el cansancio del embarazo para seguir con el ritmo de nuestro maquiavélico plan.

Somos buenos alumnos de Henrik, vaya que sí.

—¡Sofía se enojará por mentirle!

—Sofía es una chica adulta que puede manejar que quieras ver a tu esposo, Aura —sonríe Milo—. ¿O no quieres ver a Eric?

—Claro que sí.

—Entonces canta conmigo a Frank Sinatra mientras buscamos un taxi.

Él me toma del brazo y tira de mí; en la mano libre lleva un bolso grande donde llevamos cosas de ambos. Nuestros equipajes se han enviado directo al hotel donde se encuentran hospedados los chicos.

Milo se desenvuelve de lo más natural entre los estadounidenses, suele venir a sus sesiones fotográficas. Yo sólo he visto la ciudad en series de televisión porque no hemos encontrado el momento ideal para viajar en familia.

Y ahora estoy aquí para darle la sorpresa a Eric.

¡Pero la sorprendida soy yo! ¡No puedo cerrar la boca mientras miro anonadada cada centímetro de este lugar!

Aunque el olor no es lo que esperaba...

Milo roba el taxi a una pareja, se interpone y prácticamente me avienta al asiento trasero. Aborda, cierra la puerta y grita al taxista que acelere. La pareja nos grita mil groserías en inglés, o las que pueden, existen más en español.

—Perdón, ¿están bien ahí adentro? —pregunta Milo a mi vientre.

—Están bien —sonrío, nerviosa, y miro alrededor—. No puedo creer que estoy haciendo esto.

—De nada —me hace un guiño Milo—. Siempre quise hacer algo así.

Y le creo totalmente porque organizó todo en un día.

Consiguió los vuelos para una hora después del vuelo de Sofía y aquí estamos. También compró los boletos del concierto, que recogeremos en la taquilla, y entraremos al concierto como unos admiradores más.

Después iremos al after que Milo averiguó en dónde será mediante un intenso interrogatorio a su novio. Incluso tuvo que fingir celos y logró que le enviara su ubicación en tiempo real por el celular, así sabremos exactamente en dónde están en cada momento.

—¿Y si no se alegra de verme?

—¿Bromeas? —ríe Milo—. Eric será el hombre más feliz del mundo cuando te vea.

Sonrío, es verdad.

Intento calmarme mientras el taxi atraviesa las calles de Nueva York. Mi atención se queda pasmada en cada edificio que había visto en películas y series de televisión, pero nunca en persona. Ni sé en qué momento llegamos al Madison Square Garden, aunque demoramos por el tráfico.

La melodía de AuricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora