Capítulo 26

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AURA

♥︎

—Nunca imaginé que fueras de las que tienen miedo de viajar en avión —dice Luca a mi lado en la sala de espera en el aeropuerto—. ¿Todavía te duele la cabeza?

Asiento y me acomodo mejor los lentes oscuros. De pronto, hasta la luz blanca del aeropuerto me incomoda, pero el mareo al levantarme es mayor que la molestia en la cabeza.

»¿Quieres que vaya por algo?

Niego.

«Sólo cállate», pienso con una sonrisa.

—Estoy bien.

—Es que no te ves muy bien.

Tatiana, sentada en la hilera de asientos frente a nosotros, pone los ojos en blanco.

—Pero estoy bien.

Y no puedo evitar pensar que me he escuchado como Eric en su faceta más antisocial.

—¿Segura?

Yo misma pongo los ojos en blanco, pero no lo nota por los lentes oscuros.

—Ya te dijo que está bien —señala Tatiana—. Déjala respirar.

Luca se avergüenza. La Aura de siempre intentaría hacerlo sentir mejor por preocuparse por mí, pero la Aura de ahora se despertó con náuseas, mareos y migraña; en una mañana colapsaron los síntomas del embarazo que hasta ahora no sentía.

—Y es que es tan extraño que con un embarazo gemelar no tengas síntomas —señaló el día anterior mi médica—. Pero a veces sucede que no llegan hasta que eres consciente de que estás embarazada.

Bueno, ya era consciente de eso, sólo que los síntomas se atrasaron y ahora me cayeron todos de golpe. Tal vez es algo bueno porque no he tenido tiempo de preocuparme, no cuando quiero permanecer cerca del baño por si decido devolver hasta el alma.

Lo único que me calma es pensar en nuestras pequeñas, las gemelas. Ahora tendremos a los mellizos y a las gemelas, no puedo creerlo. Es inevitable la sonrisa que baila en mi rostro cuando pienso en eso y debo recurrir a todo mi autocontrol para no acariciarme el vientre como suelen hacer las embarazadas. He subido de peso y dentro de poco ni la ropa ancha logrará ocultarlo.

Milo y Sofía entran a la sala de espera. El modelo camina a prisa al lado de mi embarazada amiga que de pronto ha olvidado todos sus síntomas porque está totalmente preocupada por mí.

—Toma —me dice Sofía y me entrega un dulce—. Me he ayudado mucho comer de estos porque...

Ella calla. Tatiana nos observa con curiosidad.

Mi amiga se aclara la garganta, finge relajarse en el incómodo asiento metálico y se acomoda el cabello rubio sobre el hombro.

»Porque ya sabes, desde pequeña sufro esos mareos horribles y con dulces siempre los he calmado.

Milo enarca una ceja. Estoy convencida de que ha notado cosas extrañas, como que de un tiempo para acá utilizo ropa más ancha de lo normal o camisetas de Eric, pero se ha reservado cualquier pregunta y por eso lo quiero un montón.

—Sí, gracias, So —sonrío y meto el dulce en mi boca—. Ahora pelearé por los dulces con los mellizos.

Mi amiga esboza una sonrisa dulce y asiente.

—Ya sé.

Una llamada de Cedric nos interrumpe. Ella se apresura a responder y se aleja para conversar; entonces Milo ocupa su lugar al lado de mí y toma mi mano como si fuéramos una feliz pareja.

La melodía de AuricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora