~Capitulo 12~

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                 Vivian Coleman

-¿Quieres acompañarnos Maggie y a mi a buscar unas cosas?- dijo mientras se acercaba a mi.

-¿Que cosas?- pregunte.

-No seas curiosa- se quejo Gleen- ¿Vas a ir o no?- pregunto.

-Esta bien- dije rodando los ojos.

-Voy a avisarle a Maggie- dijo y se fue.

Me adentre a mi celda y guarde mi daga en su funda, también  guarde un pequeño bisturí por si acaso, me lo guarde en mi bota.

-¡Vivian vámonos!- escuche la voz de Maggie.

-¡Voy!- grite de vuelta y corrí afuera de mi celda.

.....

Estaba caminando con Maggie y Gleen, Gleen y Maggie iban hablando, mientras que yo iba metida en mis pensamientos, y en ellos estaba Carl, no esque estuviera obsesionada con el, pero esque ese niño era muy raro, un momento y me estaba gritando y al otro ¿me estaba dando un beso en la mejilla? No jodan. Ni yo soy haci de bipolar.

-¡Vivian!- escuche el grito de el coreano y me obligue a salir de mis pensamientos.

-¿Si?-

-Te estamos hablando y no contestas, ¿estás bien?- pregunto Maggie.

Asenti y seguímos caminando.

Mientras caminábamos entramos a un supermercado y Gleen se fue por una parte y Maggie y yo por otra.

Mientras buscábamos algunas cosas que necesitábamos en la prición vimos como una sombra salia y se diriguia a nosotras.

Pero no era Gleen.

Era otro hombre, con una cosa de metal en la mano.

El hombre nos apuntó con su arma.

Yo solo tenía mi daga pero eso no iba a ser de mucha ayuda.

El hombre al ver que Maggie no tenía intenciones de soltar la pistola me apunto a mi.

Todos los músculos de mi cuerpo se tensaron.

Maggie no tuvo más remedio que bajar el arma.

El hombre se acercó a nosotras y nos puso el arma en la cabeza, nos llevó a fuera del supermercado y nos metió a un carro.

Forsejee bastante con el hombre pero el hecho de ser tan pequeña no ayudaba.

Cuando nos metió a el auto vi que ahí estaba Gleen, tenía las manos atadas, luego el hombre no tardó en atarnos las manos a Maggie y a mi.

-Sueltame- dije luchando para que no me atara.

-Quedate quieta- gruño el hombre.

Maldita sea, no es mi culpa que a el le falte una mano y ahora quiera amarrar las mías.

Alonne...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora