~Capitulo 62~

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Vivian Coleman

-¡Que putas es lo que te pasa!?- dijo sobandose la mano.

Estoy segura de que nuestros gritos se escuchan en el otro lado de la iglesia, es más, hasta el otro lado del mundo si es posible.

-¿¡A mi!? ¿¡Que es lo que te pasa a ti!?- cuestione enojada, mi cabello obstruia la vista.

-¡Lo se y lo lamento!- grito enojado mientras se acercaba a mi pero retrocedi.

-¡Un simple perdón no va a reponer todos los traumas que me dejaste!- dije empujandolo cuando trato de acercarse más.

-¡Ya te eh pedido perdón muchas veces¡ ¡lamento haberlo hecho! ¡de verdad lo siento! ¡ no lo merecías lo sé!- empezó a decir entre gritos, su rostro estaba rojo, igual que su cabello.

¡no es momento para tus comentarios Vivian!

-¡Basta!- grite tapándome los oídos para no escucharlo.

Benditas voces de mi cabeza que se están haciendo presentes en el momento menos indicado.

-¡Tu no lo merecías! ¡Tu madre tampoco! ¡perdóname Vivian! ¡Mierda que tengo que hacer para que me perdones!- grito- ¡Por amor a tu madre Vivian, te pido que me perdones!- grito.

No, mi madre no.
Ella no.

Callate.
Callate.
Callate.
Callate por favor.

-¡Me abandonaste y esperas que te perdone! ¡Eres un jodido hijo de puta! ¡abandonas a todos los que te quieren! ¡lastimas a todo el que se te acerca! ¡mientes! ¡eres un puto mentiroso!- grite con todo el odio y dolor que tenía guardado desde hace mucho tiempo, algunas frases nisiquiera iban para el, pero a la mierda, se lo merecía.

-¡Callate!- grito enojado, sus ojos estaban semi cristalizados, pero era imposible distinguir el enojo y el dolor en su mirada, estaba perdido en un mundo de culpa y dolor.

Estábamos perdidos en el mismo mundo, y ambos sabíamos que nunca saldríamos, ese mundo nos perseguiría hasta la muerte.

-¡Es la verdad! ¡Nos abandonaste a mi madre y a mi disque por que no te sentías preparado para ser padre! ¡pero te fuiste con otra mujer a follar y a esa si le respondiste!- grite sin medir mis palabras.

-¡Que te calles!- grito a todo pulmón, y antes de que uno de los dos pudiera darse cuenta, su mano se estampó contra mejilla, luego, su otra mano se alzó en el aire y se estampó contra otra mejilla.

Alonne...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora