Capítulo 5: Petición de ayuda.

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Caminaba por las silenciosas calles siendo estas alumbradas por la luz tenue que brindaban los postes, no había ni un alma afuera lo cual creaba un aura bastante aterradora para la zona, tarareaba la melodía de una canción suave mientras continuaba avanzando hasta llegar a una tienda, era de esas que estaban abiertas las 24/7.

Al entrar fui recibida por una rubia de aspecto cansado, quien solo se dedicaba mantener la vista fija sobre todo aquel que llegara, está solo se limitó a mirarme para pronunciar unas palabras en un tono de voz casi robótico-Bienvenida a la tienda, espero consigas lo que necesitas-su vista se clavó de nuevo en la pantalla de una computadora y comenzó a manipularla con un mouse.

Le di una sonrisa de boca cerrada para adentrarme en los pasillos del supermercado, visualice dentro de una nevera unas pizzas congeladas, esas solo necesitaban ser calentadas en un microondas o un horno para poder consumirlas, sin pensarlo mucho tomé dos de aquellos discos para regresar a la caja.

Le di una sonrisa de boca cerrada para adentrarme en los pasillos del supermercado, visualice dentro de una nevera unas pizzas congeladas, esas solo necesitaban ser calentadas en un microondas o un horno para poder consumirlas, sin pensarlo mucho ...

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Finalicé mi compra y salí nuevamente, caminaba de regreso a casa estando un poco más tranquila de saber que no moriría de hambre, necesitaba alimentarme con una verdadera comida, no verduras y agua. Continúe con mi tarareo en todo el camino pero por algún motivo sentía que me seguían, acompañado de esa sensación extraña de que me miran desde algún lugar, me estaba poniendo paranoica pero quería creer que solo eran ideas mías, giré la cabeza hacia atrás notando la presencia de dos sujetos bastante extraños, me altere al instante no me equivoqué al creer que me seguían, una sensación extraña se alojó en mi pecho seguido de mi corazón later de forma rápida, estaba sintiendo miedo.

«...Mierda...»pensé con preocupación comenzando a acelerar el paso, y no tardé en escuchar los pasos de aquellos individuos casi pisando mis talones.

Intentando burlarlos cambié la dirección del camino y entré a un callejón oscuro en busca de salir por otra calle, apreté con fuerza las bolsas que traía en manos al momento en que noté que era calle ciega, ese callejón no daba hacia otro lugar. Sentí un escalofrío recorrerme la espina dorsal cuando una respiración caliente chocó contra mi nuca...
-¿Estás perdida, Linda?- Aquellas palabras fueron dichas de la forma más morbosa posible justo cerca de mi oreja.

Me di la vuelta lentamente topandome con aquellos dos individuos que venían caminando detrás, ambos caucásicos que apestaban a alcohol, tragué grueso intentando no inhalar aquel fétido aroma que era imposible de que pasara desapercibido.
-No-Respondí secamente con la vista clavada en el pavimento.

-Sería una gran compañía ahora, ¿O tú qué opinas?-Mencionó el otro sujeto dirigiéndose hacia el que estaba frente a mi.

Mis ojos se abrieron como focos ante lo escuchado... Yo no quería ser compañía de nadie, mi plan era regresar a casa y cenar, comenzaba a sentir aquella amarga desesperación que se hacía presente en mi interior.
-No, no soy buena compañía, aburrire- Mencioné con cierto nerviosismo tratando de hacerlos cambiar de opinión.

Tome la atención de ambos tipos que soltaron una carcajada con mi comentario, como si les hubiese contado un chiste hasta que el que estaba frente a mi detuvo su risa para clavar su mirada directo a mis ojos, con su áspera mano Tomó mi mentón haciendo que lo viera directamente
-Eso hay que verlo, linda...- Dijo en un tono de voz bastante morboso para pasear su lengua por mi mejilla.

Fruncí el ceño el repulsión apartando mi rostro con brusquedad, con la poca fuerza que tenía le empujé haciéndolo moverse solo unos pocos centímetros, al instante la risa del otro chico se desvaneció en el aire y lo primero que sentí fue una bofetada chocar contra mi mejilla, soltando un pequeño quejido de dolor, mi mandíbula no tardo en doler por la ímpetu con la que me dio aquel tipo.

-No... Por favor no- mi voz no tardó en quebrarse.

No tardé en tener a ambos tipos bloqueando mi camino de escape
-Respetar a las personas es lo que te hace falta, con gusto te enseñaremos sobre eso.

Pasee mi vista por el lugar en busca de algo que pudiese servirme para intentar ahuyentarlos, más solo había un contenedor de basura algo lejos de mi, sería inútil si trataba de moverme hacía este, no me dejarían; un impulso de estupidez me hizo mover con rapidez mi pierna, dispuesta a meter mi rodilla contra su entrepierna, más como si este supiera que movimiento daría atravesó su mano en el camino... Supe ahí que en estos momentos Dios no me estaba acompañando, recibí otro golpe directo a mi pómulo, caí de golpe contra el frío pavimento sintiendo como todo a mi alrededor daba vueltas, todo se volvía tan borroso e imposible de distinguir.

Viniendo ambos sobre mi solo podía sentir como uno me sujetaba los brazos, poniéndolos a ambos costados de mi cabeza, y el otro se metía en medio de mis piernas, manoseando mi cuerpo como si tuviese permiso alguno... Totalmente inmovilizada trataba de patalear pero era inútil, mi fuerza no colaboraba para nada y los recursos se me habían agotado por completo.

Dejando escapar gritos de auxilio, en la espera de ser escuchada pero no sucedió nada más que recibir otro golpe. Escuchaba la tela de mi blusa desgarrarse, y unas lágrimas gruesas no tardaron en bajar por mis mejillas al momento en que sentí como la asquerosa lengua de alguno de esos 2 comenzó a pasearse por mi abdomen, creado la sensación más repugnante de toda mi vida.

Como mencionaba a diario, muchas veces la necedad nos hace ignorar las advertencias que nos dan personas que conocen la maldad que hay en el mundo,creyendo que ese mal "realmente no puede alcanzarnos", y he ahí cuando me daba cuenta de que jamás obedezco a lo que se dice por mí bien, pretendiendo hacer siempre lo que quiero, pero me sentía más que arrepentida de haber ignorado aquellas advertencias que recibí... Con cada golpe que recibía, cada lamidas o mordida , me hacían entender que habían millones de probabilidades de que de esta no saldría intacta, esos malnacidos no iban a desaprovechar la oportunidad de abusar de mi cuerpo malherido por el pasado.
Sin poder evitarlo lloré amargamente hasta el punto de que mi voz se iba poniendo ronca y mi vista se mantenía fija en el cielo estrellado, tan hermoso como siempre, era una lástima que no pudiese admirarlo mejor... A mi mente vinieron unos ojos azules, tan azules como un lapislázuli, tan conocidos eran para mi y cuanta belleza hallaba en ellos.

-Diecisiete- musite mientras mas lágrimas descendían.

«¿Diecisiete?... Claro ¡Diecisiete!» como una señal divina habían venido aquellos recuerdos a mi.

Tomé un gran bocado de aire
-¡DIECISIETE!- grité con la poca fuerza que me quedaba, teniendo fe de que quizás y solo quizás podría sentir mi petición de ayuda.

Continuará...

Mundos Paralelos...N°17.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora