Dieciséis

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Había decidido llevarse con él el diario que encontró en la casa del árbol. Sabía que eso estaba mal, porque no le pertenecía y no debería estar husmeando entre las cosas de los Jeon, pero su curiosidad después de haber leído tan sólo la primera página había incrementado un cien por ciento.

Creía que la curiosidad en su ser era un problema, pues siempre que quiere saciarla termina metiéndose en líos de los que le es difícil salir después. Pero bueno, todos tienen sus defectos.

Así que después de ver un par de páginas más, bajó del árbol y solo ahí se dió cuenta de que ya había oscurecido, así que decidió que era mejor entrar de inmediato a la casona pues el frío fuera de esta era demaciado y creía que incluso podría morir de una hipotermia.

Por supuesto, no olvidó al muñeco en ningún momento, después de todo el tiempo que ha estado ahí se acostumbró a tener siempre en brazos a la figura de porcelana, se sentía extraño no tenerla cerca de él, no tener contacto con jungkook era sumamente extraño.

Tal vez era porque temía que fuera a hacer algo cuándo estaba distraído, no tenerlo vigilado podría ser peligroso. Así que prefería tenerlo cerca de él, dónde pudiera verlo, mantenerlo a la vista era una buena idea.

Cuándo jungkook no desaparecía frente a sus narices, claro.

Llegó al living y lo primero que hizo fue dejar en un sofá individual al muñeco, bien acomodado, eran cerca de las ocho, pronto tendría que ir a su habitación para arroparlo y tocar una canción de cuna en el piano para que pudiera dormir.

Se había vuelto una rutina desde que decidió que seguiría al pie de la letra las instrucciones de la señora Jeon. No hacerlo lo hacía sentir fuera de si.

Tan acostumbrado que si no lo hacía cada noche, a la misma hora de siempre, él no podría dormir.

Su celular sonó indicando una llamada. Lo buscó en sus bolsillos pero no lo encontró, solo se dió cuenta un momento después de qué el sonido provenia de la cocina, así que guardo el pequeño diario en un bolsillo interno que tenía su chaqueta, para así no perderlo.

Y se dirigió a la cocina, dándole una última mirada al muñeco en el sofá, llegó y se quedó viendo el aparato sobre la isla en el centro de la habitación unos segundos.

Hasta que decidió tomarlo antes de que la llamada acabará. Era su madre.

—¿Hola?

—¡Hijo! ¿Cómo estás?

—Estoy bien, mamá. ¿Y ustedes?

Muy bien, cariño. ¿Por qué no me habías llamado? Estaba preocupada.

—Pero si te llamé la semana pasada.

—Pero soy tu madre y debes de hablarme todos los días, no solo un día a la semana.

—Esta bien, mamá. —rió cuando la escuchó quejarse un poco del otro lado— No es que no me alegra que me hables pero ¿Para que me llamabas?

¡Ah si! Casi lo olvido, Seokjin y Rose me llamaron porque dijeron que tú no contestabas, llegaron al pueblo hoy, se están quedando en un hotel aquí y quieren ir a verte en estos días. Les dí la dirección de la casa.

Seokjin y Rose, sus amigos. Había olvidado por completo que irían a verlo. Sonrió, sintiendose entusiasmado.

—Está bien mamá, aquí los voy a esperar. ¿No te dijeron si vendría... —de pornto sintió una pesada mirada sobre sus hombros y él se encogió en su lugar, incómodo.

Sabía a quién le pertenecía esa mirada.

¿"Si vendría"... Quien hijo?

Carraspeó para quitar un poco la incómodidad del momento, y retomó su postura cuándo se dió cuenta de que se había quedado en silencio.

—Si vendría Hoseok, hace mucho no lo veo.

Ah, lo siento hijo. Dijeron que él quería venir pero que tuvo que viajar con su familia.

TaeHyung se quejó en voz baja, extrañaba a su mejor amigo.

—Esta bien entonces, mamá.

—Muy bien, hijo. Eso era todo, tengo que colgar, tu papá acaba de tirar las cortinas de la cocina, te hablo mañana. Adiós, te amo.

—También te amo.

Y ella colgó, TaeHyung se quedó viendo la pantalla de su celular.

—No quiero personas en mi casa.

El de cabello gris saltó en su lugar al escuchar esa voz detrás de él. Se dió la vuelta, encontrándose con jungkook a escasos centímetros de su rostro, con una mueca que demostraba no estar para nads feliz con lo que había escuchado.

—¿Tienes que aparecer así, de la nada? —dijo, sintiendo su corazón desbocado. Jungkook se encogió de hombros.

—Solo no quiero que nadie que no seas tú entre a mi casa.

—Pero son amigos míos.

—No me importa, no me gustan las personas, son ruidosas, sucias y malas.

—¿Malas? —pregunta, pero jungkook desvía la mirada, suspiró un poco— Solo serán unas horas, luego se irán y no van a volver a la casa.

Jungkook lo miró de nuevo, algo inseguro.

—¿Estás seguro?, ¿Solo unas horas?

—Por supuesto, pequeño.

—No pueden tocar nada, ni a mi ni a tí tampoco. —su mirada cambió, al igual que su tono de voz, se escuchaba posesivo. Algo que TaeHyung no había presenciado en él.

—¿Por qué? —pregunta, sintiéndose confundido.

—Porque me voy a molestar si lo hacen.

¿Molestarse por qué? Eso era lo que TaeHyung no entendía, claro que sí el chico no quería que lo tocaran no dejaría a sus amigos tocarlos, pero ¿Por qué no dejar que lo toquen a él?, ¿Cuál era el problema?

—Esta bien, no va a pasar.

—¿Lo prometes? —alzó su manito, mostrando su dedo meñique, queriendo que sellará la promesa. TaeHyung rió con ternura, ver los labios de jungkook casi hacer un puchero era adorable.

—Lo prometo. —selló la promesa con su dedo.

No sé esperó que en ese momento jungkook se pegará a su cuerpo, para abrazarlo por el torso, escondiendo su rostro en su pecho. Él no entendió el por qué de aquello, pero no sé privó de devolver el bonito gesto.

Podría soportarlo porque jungkook ahora mismo tenía una apariencia normal.

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Muñequito [Taekook] [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora