El sonido del motor de un auto era todo lo que se escuchaba por los senderos del bosque cubiertos de blanca y fría nieve.
El clima no era el mejor, cualquier persona normal se daría cuanta con tan sólo ver el cielo nublado y esa nieve cayendo como si pronto fuera a haber una tormenta.
El viento sacudía con fuerza los árboles, eran alrededor de las seis de la tarde pero parecía ser mucho más tarde pues, aunque el cielo no era visible, se notaba la oscuridad de la noche que pronto se avecinaba.
Sin embargo eso no detuvo esa camioneta Ford negra que vagaba por los senderos.
A una dirección en específico.
La casona pronto se hizo visible para el conductor de aquella camioneta, estacionando en frente de ella en cuanto llegó al lugar.
—Hemos llegado, señorita Míriam. —el chófer americano dijo, con un extraño acento en el que la mujer en la parte trasera no se paró a apreciar.
—Muchas gracias, puedes irte. Voy a durar un buen rato, te llamaré cuando sea necesario que vuelvas.
—Por supuesto.
La mujer pelirroja de cabello largo hasta la cintura abrió la puerta trasera y salió del auto, una vez afuera dándose cuenta que en realidad es más frío de lo que parece.
Se cubrió el cuello con su bufanda color vino, casi tanto hasta que cubrió su boca y nariz, guardando sus frías manos dentro de los bolsillos de su gabardina negra.
Miró la enorme casa frente a ella y suspiró, empezando a andar a las puertas de entrada, dónde dos guardias abrigados hicieron el trabajo de abrirla para ella.
Miriam caminó en línea recta, lo más rápido posible sin dar vuelta atrás cuando escuchó las puertas ser cerradas a sus espaldas.
Entrando a la casona cuando un hombre vestido de traje negro le abrió la puerta y empezó a guiarla por los múltiples pasillos oscuros.
Hasta que llegaron a una habitación de puerta blanca, dónde no se escuchaba un solo ruido.
—¿Es esta de aquí? —ella pregunta, de manera sería mirando al hombre a su lado.
—Si, ahí está él.
—¿Podría repetirme sus datos?
—Claro que si. —el hombre sacó una carpeta de quién-sabe-donde y la abrió, para mirarla por él mismo— Su nombre es Kim TaeHyung con veinte años de edad, ingreso el primero de septiembre del año pasado. Ha estado internado aquí aproximadamente seis meses. —dijo aquellos datos que sabía la mujer ya había aprendido de memoria— Usted sabe el resto de la historia.
Ella asintió con la cabeza, volviendo su mirada a la puerta blanca.
—Bien, voy a entrar.
—Cualquier inconveniente, usted solo presione el botón rojo de este control. —le extendió un pequeño control negro que apenas media unos siete centímetros de largo, dónde un botón rojo se veía.
—¿Esto para que es?
El hombre suspiro, rascando su nuca después.
—El paciente Kim es... Un tanto agresivo cuando algo no le gusta. —Mírian alzó una ceja ante lo dicho— No se preocupe, estaré al pendiente de usted por cualquier cosa.
Ella, algo dudosa, terminó por asentir. El hombre se retiro segundos después y no tuvo más remedio que golpear la puerta un par de veces, esperando que alguien dijera algo.
Pero lo único que logró escuchar fue una melodía en un piano. No la reconoce al principio pero luego se da cuenta de que es una canción de cuna.
Vuelve a golpear la puerta, y otra vez.
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Muñequito [Taekook] [TERMINADA]
HorrorTaeHyung se muda de la ciudad a un pueblo lleno de un aura misteriosa pues una pareja le pidió cuidar a su bebé mientras ellos se iban de vacaciones, él aceptó, es bueno con los niños ¿Que podía salir mal?. Todo iba bien hasta que se enteró que cuid...