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Percy se estaba vistiendo para salir de casa. Los domingos eran los únicos días que salía de casa, solo cuando sus padres estaban libres.

   Normalmente iban a la iglesia de la ciudad. Y aunque para Percy ir a la iglesia no era su actividad favorita, le gustaba salir y ver su entorno.

   Le encantaba ver a las personas, acariciar a los perros de la calle, aunque sus padres le dijeran que no lo hiciera porque contraían enfermedades. Le encantaba ver a los niños jugar en la acera o correr de un lado a otro, pero a la vez sentía un poco de envidia por ellos; quería esa libertad de ser un niño.

   Apenas entró a la iglesia, vio a Cedric en el grupo del coro, habían solo dos niños además de él cuando normalmente eran diez.

   —¡Cedric! —Percy lo saludó.

   —Percy, baja la voz —le regañó su padre.

   Cedric lo saludó disimuladamente con su mano.

   Tal vez luego Cedric iría a su casa y podrían jugar el resto del día.

   Al salir de la iglesia, Percy pudo apreciar la escuela de la ciudad. Siempre había soñado por ir ahí, pero sus padres le decían que ahí no había gente de su clase social y que sería una desdicha estudiar en un lugar mediocre como ese.

   —Quiero amigos, mamá.

   —Ya tienes.

   —Pero son muy aburridos. Yo quiero amigos con quienes salir a jugar y no quedarnos todo el día en casa. ¿Puedo ir a la escuela, por favor?

   —Estás mucho mejor solo con tu tutor.

   —¿Y si un amigo pudiera estudiar conmigo en casa?

   —Dudo que dejen a Cedric perder sus cincuenta clases diarias para venir a nuestra casa a estudiar cosas sencillas —se burló su padre.

   —Cedric no, alguien más.

   —¿Quién?

   —No sé, un amigo.

   —Pues si consigues un amigo que quiera estudiar contigo y sus padres están de acuerdo, no le veo el problema —dijo el padre de Percy sabiendo que ninguno de sus amigos aceptarían.

∘◦❁◦∘

—Papá me dijo que podías tomar las mismas clases conmigo.

   —¿Le contaste a tu papá sobre mí?

   —No, solo le pregunté si un amigo podía estudiar conmigo.

   —¿Estás seguro que puedo?

   —Si no estuviera seguro, no te lo hubiera dicho.

   —Bueno...

   Al otro día Percy llegó temprano a la habitación de Louis con algo de ropa y unas tijeras. Si no quería que su tutor sospechara, tenía que convertir a Louis en un niño de clase alta como él.

   —¿Para qué es eso?

   —Voy a cortar tu cabello.

   —¿Mi cabello? —preguntó Louis temeroso—. ¿Qué hay de malo con mi cabello?

   —No sé si te hayas dado cuenta, pero los chicos llevan el cabello corto, a menos que no tengan el dinero para cortarlo donde el barbero.

   Louis aún seguía temeroso con la idea de cortar su cabello. Estaba acostumbrado a tenerlo un poco largo y no confiaba mucho en las habilidades de Percy con las tijeras.

   —Tranquilo. Soy un experto en esto.

∘◦❁◦∘

—No está tan mal —dijo Percy tratando de convencerse también a sí mismo.

   —¿De verdad?

   —De verdad. Ahora vístete rápido. Ya debe estar por empezar mi clase, bueno, nuestra clase.

   Ahora no solo estaba nervioso por su nuevo corte de cabello, sino también por no tener el conocimiento suficiente para entender la clase. Se le dificultaba leer palabras muy largas o hacer sumas y Percy le había dicho que eso era solo lo básico.

   Percy lo esperaba fuera de la habitación a que se vistiera, pero Louis no salía.

   —¿Ya terminaste?

   —Creo que no iré.

   —¿Por qué?

   —Me siento un poco mal. Creo que será mejor que descanse.

   Percy abrió la puerta sin preguntar y encontró a Louis acostado en una de las camas. Percy se tiró encima de él.

   —Tienes que ir, Louis. Es divertido. Contigo será divertido.

   —A mí me gusta que me enseñes tú. Yo no quiero que me castiguen.

   —No te van a castigar. Por favor, ven. No quiero estar solo otra vez.

   Louis y Percy iban camino a la sala de prácticas donde Percy tomaba sus clases. Allí ya estaba su tutor esperándolos.

   —Señor, él es Louis. Seguro mi padre ya le comunicó que le iba a enseñar también a mi amigo.

   El hombre se acomodó las gafas y se fijó en el chico nuevo examinándolo por completo.

   —El señor Harrington no me dijo nada sobre un nuevo niño.

   —Seguro ha olvidado avisarle. El trabajo lo tiene muy ocupado.

   Louis asentía con la cabeza a todo lo que Percy decía.

   —Bien, siéntense. El tiempo es oro y ya hemos perdido bastante tiempo, jovencitos. Abran la página 131 del libro de lectura de esta semana. Percy, empiezas.

   Louis miró como Percy sacaba un libro y abría exactamente en la página que le habían indicado.

   —En el pequeño mundo en que los niños tienen su vida —empezó a leer Percy con tanta fluidez que Louis se sintió avergonzado de sí mismo al no poder estar a su mismo nivel—, sea quien quiera la persona que los cría, no hay nada que se perciba con tanta delicadeza y que se sienta tanto como una injusticia.

   —Detente ahí —le pidió su tutor—. ¿Qué nos quiere decir ese fragmento, niño? —dijo parándose frente a Louis.

   Si Percy hubiera sabido la respuesta se lo hubiera dicho, pero como muchas preguntas que le hacían, no tenía ni la menor idea y Louis mucho menos.

   Louis no sabía que decir. Aquella mirada tan seria del tutor lo aterraba bastante. Lo hacía sentir tan pequeño y tonto. Como si todo lo que Percy le había enseñado se hubiera convertido en nada.

   Sintió algo húmedo en su rostro y se dio cuenta que estaba llorando. Lo último que recordaba era salir corriendo de aquella sala mientras alguien le gritaba palabras que prefería no recordar.

if our love is wrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora