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Louis esperó que Percy lo siguiera o fuera a buscarlo en cuanto acabaran sus clases, pero no volvió a aparecer por el resto del día, ni siquiera para darle su postre diario.

   Su madre, como siempre, fue la primera en llegar a la habitación junto a su comida. Grande fue su sorpresa al ver a Louis muy distinto a lo que recordaba verlo en la mañana.

   —¿Qué le hiciste a tu cabello? —dijo tomándolo delicadamente.

   —Lo corté. Estaba muy largo y me molestaba —mintió.

   —¿Por qué no me lo dijiste? Te hubiera ayudado a cortarlo. Ven —su madre lo guío al baño que tenían dentro de la habitación especialmente para los sirvientes—. Vamos a arreglarlo un poco.

   Su madre tomó las tijeras y empezó a cortar. Louis vio como los mechones de cabello caían al suelo.

   —Ya está. Así te ves mucho mejor. Voy a recoger esto. Tú ve comiendo lo que te deje en la cama.

   Louis fue corriendo a comer. Era una de sus partes favoritas del día. Después de largas horas con el estómago vacío, se sentía mágico el sabor de la comida. Algo que Louis no sabía era que muchas veces su madre robaba la comida de la cocina o incluso habían días en los que dejaba de comer para que Louis comiera.

∘◦❁◦∘

Al otro día, llegó Percy para ir nuevamente con Louis a sus clases.

   —Ya no quiero ir, Percy.

   —¿Por qué no?

   —No me gusta. Me siento tonto y no me gusta sentirme así.

   —Tú no eres tonto. Solo empezaste un poco más tarde que los demás. Pero puedes aprender, Percy.

   Louis siguió negándose hasta que Percy no tuvo más opción que aceptar su decisión e irse solo a sus clases.

   Al menos con Louis se había sentido más seguro el día anterior. Ahora tenía que ir solo otra vez y afrontar todas las preguntas que solo le provocaban un dolor de cabeza. ¿Por qué Cedric era tan bueno con sus estudios y él simplemente no podía concentrarse?

   Si tan solo su tutor fuera más amable, le gustaría más sus clases.

   Terminó sus clases y frotó sus manos contra su pantalón para quitar aquel color rojizo que había cobrado por todos esos golpes. No quería que Louis lo viera así. No quería que Louis pensara que la escuela era un lugar horrible, cuando la verdad si lo era.

   —¿Nos vamos? —le preguntó con una sonrisa antes de llevarlo a otro lugar de la casa.

   Esta vez Percy había decidido llevarlo a su habitación. Quería mostrarle sus juguetes y tal vez jugar un poco antes de que sus padres volvieran.

   —¿Tú duermes aquí? —dijo Percy asombrado.

   Esa habitación era mucho más grande a la suya, mucho más linda y lujosa.

   —¿Te gusta? Mira, aquí guardo mis juguetes. Aquí está mi ropa. Está puerta da hacia el baño y todas esas ventanas dan para la ciudad.

   —¿La ciudad?

   Louis se asomó a la ventana y vio todo un mundo que había sido desconocido para él hasta ese momento. Habían personas allí afuera. Había niños, perros y muchas casas.

   —¿Qué son esas cosas?

   —Son autos. Sirven para ir a lugares lejos sin tener que caminar. Aunque no muchos tienen.

   —¿Tú tienes un auto?

   —Mi padre tiene uno.

   Percy notó lo mucho que le gustaba a Louis ver por aquella ventana. A él también le gustaba salir de casa, pero siempre le habían dicho que era peligroso salir solo. Aunque si saliera con Louis, no sería salir solo.

   —Se me acaba de ocurrir una idea brillante.

   —¿Qué idea?

   —Salgamos de casa.

   Louis se rió como si le hubiera contado un chiste extremadamente gracioso.

   —Lo digo en serio. Salgamos.

   —¿Ahora?

   —¿Si no es ahora cuándo? Vamos.

   Percy abrió la ventana y saltó por allí. A Percy le gustaba las aventuras, el riesgo y Louis no tenía más opción que seguirle todas sus locuras.

   Saltó por la ventana y Percy lo atrapó para que no se lastimara, pero ambos cayeron al césped. Se empezaron a reír, pero tuvieron que callar sus risas para que no los descubrieran.

   Percy tomó su mano y empezaron a caminar por la zona.

   —¡Mira, Louis! ¡Un caballo!

   Ambos se acercaron al caballo y este se detuvo frente a ellos junto a su dueño que estaba montado en él.

   —¿Podemos acariciarlo?

   —Adelante.

   Su pelaje era tan suave. Los padres de Percy probablemente no lo hubieran dejado acariciarlo, pero ellos no estaban ahí para verlo, así que no dudó en hacerlo.

   —¿Quieren subir? —les preguntó el hombre.

   Ambos se miraron las caras y asintieron emocionados. El hombre se bajó del caballo y los ayudó a subir. Todo se miraba mucho mejor desde allí arriba.

   Los llevó en el caballo hasta el fin de la calle y luego los ayudó a bajar.

   —¡Gracias! —le dijeron los dos.

   —La ciudad es más linda de lo que creía.

   —Y eso que aún empezamos.

   Percy vio a un grupo de niños jugando a esconderse. Se acercó a uno de los niños y le preguntó si podían jugar, el niño aceptó y se fueron a esconderse.

   Lo que no esperaba era ver justo a su padre pasando por allí con el auto de camino a casa probablemente. Percy tomó la mano de Louis y esta vez se escondieron de verdad como miedo a que los viera su padre.

   —Creo que tenemos que volver —le susurró a Louis.

   —¿Nos habrá visto?

   —Parece que no.

   Percy se asomó un poco a ver si estaba su padre en los alrededores y vio el auto estacionado frente a un bar y a su padre hablando afuera del bar con una mujer. No pensó que era algo raro. Seguro era alguien de la familia o una amiga, pero luego se dio cuenta que estaba equivocado cuando lo vio besándose con aquella mujer.

   Quitó su vista de allí inmediatamente y se negó a creerlo.

   —¿Qué pasa? —le preguntó Louis.

   Estaba por responderle cuando vio al niñito con el que estaban jugando.

   —¡Los encontré!

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