2 de octubre, 2064
Apenas amanecía.
Las afueras del bosque ya se visualizaban más cerca. Khada se desesperó conforme avanzaban, pues él estaba acostumbrado a viajar a través de las ramas de los árboles, así era más rápido; pero tuvo que conformarse con caminar sobre tierra, ya que Sashi apenas y sabía correr.
- Apresúrate. -le dijo mientras apretaba el cinto donde colgaba su máscara.
El rubio aceleró su paso apenado, no era muy común en él caminar tantas distancias porque jamás se vio en la necesidad de salir del bosque; pero hizo el intento por no detenerse para descansar y mantener conforme a su maestro, ya que eso era lo único que le importaba. Caminó a la par que Khada, y por un momento se sintió tan feliz de tener momentos a solas con su gurú. No pudo evitar soltar una sonrisa que automáticamente llamó la atención del mayor. Éste frunció el ceño, y al darse cuenta de que su discípulo sonreía, se ablandó sólo un poco.
- ¿Qué encuentras gracioso? -preguntó mirándolo por encima del hombro.
- Es que. -suspiró sin borrar su sonrisa. - Jamás pensé que estaría caminando a las afueras del bosque junto a usted, maestro. Como si estuviéramos en una cita.
Khada relajó los párpados y apretó los labios a la vez que seguía viendo al muchacho. Resopló sin saber qué decir y siguió caminando, esta vez acelerando el paso, ya que la entrada de Erén se vió a través de los árboles. Cuando por fin llegaron al pueblo, se escondieron entre unos arbustos bastante altos; Sashi se apoyó para tomar aire y descansar un momento, mientras que Khada miraba a las personas que paseaban por el centro. Se giró hacia su pupilo y lo tomó de los hombros para llamar su atención.
- Sashi.
- ¿Sí, maestro? -lo observó nervioso.
- Toda esta gente es mala. -empezó a mentirle. - Es gente que quiere hacerme daño sin ningún motivo.
Sashi frunció el ceño preocupado.
- Júrame que me harás caso en todo lo que te diga. -el mayor relajó sus músculos faciales.
- Haré lo que sea para protegerlo, maestro. -respondió de inmediato mientras posaba sus manos sobre sus antebrazos.
- Ponte esto. -le ordenó mientras buscaba algo entre las telas de su ropa.
Sacó un parche de tela blanca que combinaba con su yukata. Tomó el parche y bajó la mirada esperando a que le diera más indicaciones.
- No quiero que la gente sepa que tienes un shura. -dijo ronco. - Si descubren tu secreto, te atacarán hasta que mueras. Debes ser cuidadoso, ¿entendido?
- Sí, maestro. -asintió poniéndose el parche sobre su rostro, cubriendo el ojo demoniaco que tenía la desgracia de presumir.
Sin su peculiar rasgo, ahora Sashi se veía como un muchacho normal.
- Perfecto. -Khada se colocó su máscara. - Esto es lo que vas a hacer...
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En Erén, todos paseaban por las calles sin ninguna prisa. La fuente que decoraba el pasillo principal se veía reluciente y limpia como siempre.
Entre los puestos y las casas que residían en el centro, se distinguió una construcción con un pequeño jardín al costado, con flores lilas y rojas que, cabía destacar, eran las favoritas de quien vivía ahí. Aquella era la casa del comandante, un hombre soltero a unos cuantos años de ser retirado. Era su día libre, por lo que permaneció en casa todo el tiempo para descansar y tomar algo de sol desde su balcón.

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Vehemente [BORRADOR]
FantasyDesde hace siglos, los encantadores han adquirido conocimiento y poder, al grado de convertirse en individuos importantes dentro de la sociedad religiosa. Zimbel, un joven encantador, está atado a su pasado, dedicando cada segundo de su vida en reme...