El viento sopló a pesar de que las ventanas estaban cerradas. Era una corriente fresca y ligera, pero bastante notoria para despertar a Zimbel. Había soñado con escenarios confusos, colores y sonidos; aterrizó en la realidad y observó todo su al rededor a detalle. Estaba cómodamente entre las sábanas de su cuarto; pudo oír que desde afuera la televisión de la sala permanecía encendida, así que se levantó en automático aún bostezando. Cuando salió al pasillo, vio a Zuri en el sofá, comiendo dulces desde un tarro. La chica no se dio cuenta de su presencia hasta que se acercó lo suficiente.
- Hola. -sonrió la chica al verlo. - ¿Cómo dormiste?
- Bien. -respondió con un suspiro.
Se sentía como si hubiera dormido por varios días. Zuri, después de todo, continuó con lo suyo y regresó a su postura normal fijando su atención a la pantalla de la televisión donde se mostraba un enfrentamiento de lucha en las arenas. Zimbel alzó una ceja, entonces se volvió a acercar para sentarse junto a ella.
- ¿Por qué estás viendo eso? -preguntó viendo la pantalla.
- Es entretenido. -respondió con la boca llena.
Zimbel dejó ver una fina sonrisa y negó. Recargó su espalda por completo en el respaldo y cerró los ojos un momento.
- ¡Mira! -la castaña sobresaltó de su asiento y tomó el control para subir el volumen. -¡Él es Leone, el amigo de Russell!
El azabache abrió los ojos de golpe y giró en automático su rostro.
- Ya quiero ver cómo pelea. -la voz de Zuri se oía cada vez más emocionada.
La garganta del pálido se cerró de golpe, no por el miedo, sino por la impresión. En la imagen se mostraba a un hombre alto, moreno y muy atlético. ¿Él era Leone, el compañero de Russell? Se había quedado sin palabras. No quiso ni imaginarse cómo dolería un golpe de él en la cara.
- ¿Él es Leone? -murmuró sorprendido.
Dirigió su mirada hacia una fina barra en la esquina inferior de la imagen. La cámara enfocó toda la arena, y después al rival que se enfrentaría con el moreno. A Zimbel le comenzaron a sudar las manos, se sintió nervioso, pues por fin había conocido al tan famoso Leone del que Russell siempre evitaba hablar. Recargó su espalda en el sofá y miró la pelea junto a su hermana.
- Zimbel. -la voz de Zuri lo hizo aterrizar en la realidad.
- ¿Ah?
- ¿Estás bien? - los ojos verdes de su hermana reflejaron preocupación.
Zuri se enderezó para dejar el tazón de dulces en una mesita que había cerca, luego tomó el control y le bajó el volumen a la televisión para dedicarle toda la atención a su hermano.
- Estoy bien. -le contestó.
- ¿Seguro? -ella arrugó la nariz dudosa.
- Seguro. -afirmó levantándose del sofá.
El silencio creció hasta que sólo se escuchaban los sonidos de la televisión acompañados con los "tics" de las manecillas del reloj. Zimbel frunció el ceño por instinto y se paseó por el comedor, llevándose la mano a la barbilla. Sin esperar ni un segundo más, giró su cabeza hacia todas direcciones posibles y se dio cuenta que alguien faltaba, y justo cuando dirigió su atención hacia la pantalla de la sala, sus ojos se iluminaron.
- ¿Dónde está Russell? -preguntó al aire, pero sabía perfectamente que su hermana lo escucharía.
Sin embargo, ella tardó un rato en contestar. Pasaron dos, tres, cuatro, cinco segundos hasta que por fin lo hizo.
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Vehemente [BORRADOR]
FantasíaDesde hace siglos, los encantadores han adquirido conocimiento y poder, al grado de convertirse en individuos importantes dentro de la sociedad religiosa. Zimbel, un joven encantador, está atado a su pasado, dedicando cada segundo de su vida en reme...