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“Recuerdos de una canción.”

A los dos días de que Escanor me diera el papel con el número de Elizabeth, salí temprano del departamento donde me estaba quedando y fui a mi vieja casa. Intentaría ir seguido hasta que finalmente, o me acostumbrara a los malos recuerdos que tenía allí, o lograra superarlos de una vez por todas.

La casa seguía llena de polvo, hace muchos años que nadie la limpiaba. Mi madre, la última persona que estuvo en ésta casa, enfermó hace cuatro años por su edad y por ello mi hermano menor se la llevó del pueblo a un hospital de salud mental en la ciudad. Él si tiene el valor de verla a pesar de todo lo que pasamos de jóvenes. Yo suelo darle dinero o mandarle cualquier cosa que ella pueda apreciar, pero en diez años no la he visto en persona.

Y es que no puedo. Me arrepiento de no visitarla, así cómo me arrepentí de dejar a Elizabeth sola en éste pueblo.

Me acerco a la radio que está junto a una de las ventanas. Me pregunto si aún servirá. La enciendo y me sorprende que aún sirva. Las últimas lineas de Saturno de Pablo Alborán están sonando y me dejó caer en el polvoriento sillón que está de frente al lugar donde debería haber un televisor. Estar aquí, sentado en el mismo lugar donde solía sentarse mi padre se siente raro, se siente triste, nostálgico. Lo extraño.

Y entonces, al pasar a la siguiente canción suena Mi vida entera de Morat, mi corazón se estruja y mis ojos pican por las lágrimas que me rehúso a dejar salir.

Es la canción que le dediqué a Elizabeth cuando cumplimos seis meses de noviazgo.

Recuerdo cómo chilló ella de la emoción y el beso que me dio cuando se la dediqué. Con el tiempo se hizo nuestra canción. Había tardes enteras en que bailabamos esa canción en el balcón de su cuarto o en que simplemente nos recostabamos en el techo de mi casa a escucharla mientras mirábamos el atardecer. Esa canción para nosotros significaba una promesa de que lo nuestro tendría un futuro.

Aún me gusta pensar que todavía lo tiene, que aún existe una oportunidad de que lo nuestro se haga realidad otra vez. Quiero ser totalmente positivo y pensar que aunque fui yo mismo quién se fue para poder sanar sus heridas, lo nuestro aún tiene futuro. A fin de cuentas, Elizabeth es la razón de que volviera al lugar en que tengo tantos malos recuerdos.

506 - MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora