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“Si sigues yendo a Camelot de vacaciones...”

El brillo en sus ojos cuando llegamos a la feria me hizo sentir orgulloso de haber elegido venir aquí.

Pasamos por cada puesto viendo de que trataban, ella quiso jugar al de hacer caer todas las botellas y terminó por ganar un pequeño gatito de peluche, mientras que yo jugué a pasar el aro por la botella y gané un cintillo con orejas de gato que en cuanto me lo puse Elizabeth insistió en mi parecido con el muñeco en sus brazos. La sonrisa en su rostro era suficiente para que no me diera vergüenza tal comparación.

Me sorprendí cuando me tomó de la mano para ir a subirnos a las sillas voladoras, se notaba lo emocionada que estaba con todo para no tomarle importancia a algo así. Tampoco había dicho nada cuando la señora que operaba el juego nos dijo que hacíamos una linda pareja.

Subimos a casa juego qué encontramos, no eran muchos en comparación con la cantidad de puestos con mini juegos que habían. Ambos nos divertiamos, se sentía como en los viejos tiempos, cuando nos íbamos al pueblo vecino, Camelot, a las ferias qué llegaban a allá, porque en aquellos años no venían a Liones. Es bueno saber que al menos algunas cosas habían cambiado en éste lugar.

Terminamos por caer sentados en un banco un poco alejado de la multitud dónde descansar. Al principio fue puro silencio, pero Ellie terminó por romperlo.

—Es como cuando tu madre nos llevaba a Camelot.

—Justo pensé en eso hace un rato —La coincidencia nos hizo reír. Ella parecía estar luchando por decir algo y cuando pensé en intentar saber que era Elizabeth volvió a hablar.

—¿La visitas a menudo?

—¿A mi madre? —Sentí el corazón en la garganta, ¿Debía mentirle para que no pensara mal de mi? Hubiera estado bien, ella no lo sabría, sin embargo no podía, no lo sentía correcto. Elizabeth no merecía que yo le mintiera solo para no decepcionarla— No. De hecho... No la he visto desde hace diez años, desde que me fui de acá.

No la miré, no podía, no soportaría su mirada de decepción.

—¿Por qué? No creo que sea porque no la quieras o la odies. Tu madre es la persona que más amas en el mundo, ¿Qué te ha detenido de no ir a verla?

Dude en decirle, no obstante ella es la única persona con la que realmente quisiera hablar de ésto.

—Me da miedo el solo pensar que tal vez ella me odie por irme de aquí y dejarla sola con Zeldris. No tuve el valor para siquiera llamarla los primeros cuatro años y saber como seguía, ya sabes, de su depresión por la muerte de papá meses antes de que me fuera. Fui un mal hijo, no merezco aparecer frente a ella solo porque enfermó... Igual no debe ni recorda quien soy.

Fueron unos segundos de silencio dónde pensé que ella me miraba feo y me diría que efectivamente era un mal hijo, pero no lo hizo.

—No lo eres y ella no te odia. También pensaste que yo lo hacía y no lo hago. Meliodas... Claro que estuvo mal no llamarla en tantos años, pero tu también te sentías mal, ella no te va a culpar por que decidiste enfrentar tu dolor a tu manera, alejándote... Tu madre te ama, tenlo por seguro, ella nunca lo ha dejado de hacer y sé que tú lo haces igual, así que no tengas miedo, nunca es tarde para arreglar las cosas. Y cualquier problema que haya se puede resolver hablándolo.

Elizabeth tomó mi mano y la apretó, entonces sentí las lágrimas empezar a caer por mis mejillas.

506 - MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora