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“¿Cómo estás?”

—No hacía falta que me acompañaras a ésto también.

Elizabeth y yo limpiabamos la tumba de mi padre, aparentemente hace años que nadie venía a hacerlo. Le habíamos traído unos girasoles y una de las bufandas qué mamá le ha tejido, para dejarsela allí por ella, tal vez ya nunca podrá hacerlo por si misma. Aquel día estuvimos todo lo que pudimos a su lado escuchando sus historias, cada una más alterada qué la otra. De vez en cuando se acordaba de que yo era su hijo. Luego fuimos a pasar la noche en un hotel, cada uno en su habitación.

Me hubiera encantado poder mostrarle la ciudad a Elizabeth, pero la verdad era que solo habíamos llevado ropa para un día y una noche, así que ya sería en otra ocasión. Aún con todo eso y el silencio incómodo que se formaba cada vez que mamá hablaba de nuestra ex relación, ella se había ofrecido a acompañarme a visitar la tumba de mi padre y no puedo estar más agradecido de ello.

—Está bien, por mi no hay problema. Sé que también llevas mucho tiempo sin visitar éste lugar, no quería que pasaras por ésto solo.

Elizabeth me dió una sonrisa sincera qué me hizo sentir cierta calidez en mi pecho. Pasamos los siguientes minutos terminando de limpiar y poniendo las flores y la bufanda en un silencio cómodo, cuando al fin terminamos nos quedamos viéndola varios segundos hasta que yo rompí el silencio.

—¿Sabes? Lo extraño... No paro de hacerlo cada día. Sé que él no era el padre perfecto, pero se esforzaba por hacernos felices y eso era más que suficiente para que lo amaramos como lo hacemos... —Dije, sin despegar mi mirada de la tumba y con una ligera sonrisa de nostalgia. Me sorprendí un poco cuando sentí que Elizabeth se sentaba a mi lado y posaba su cabeza en mi hombro— Ojalá pudiera decirle en persona lo mucho que aún lo amamos y que jamás dejaremos de hacerlo.

—Te entiendo... Creo que jamás dejaré de amar y extrañar a mamá. Es inevitable hacerlo.

—Lo es.

Nos quedamos más tiempo allí, yo le conté varias cosas a la tumba de mi padre sobre mi vida actual y Elizabeth le contó varias de las cosas que pasaron en el pueblo, como si él nos pudiera escuchar desde dónde esta, así se sentía. Cuando nos íbamos quise pasar también por la tumba de la señora Goddess, pero Elizabeth no le había traído sus flores especiales de cada mes y no quería ir de esa forma, así que quedamos en venir otro día, aún así ella me señaló hacia dónde estaba, cerca de un muro de rosas.

Este día, me sentí aun más cerca de Elizabeth.

506 - MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora