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“Hoy te encuentro escondida en más de 15 canciones.”

Algo que se había vuelto rutina desde que me había mudado a la ciudad era salir a correr mientras escuchaba música. Para mí era algo que me hacía sentir cómodo, tranquilo y me alejaba de mis problemas, sin embargo aquí estaba, corriendo con mil preocupaciones y con la imagen de Elizabeth en la cabeza en cada canción.

Me detuve un momento a tomar aire y secarme el sudor cuando ví algo que nunca había visto en Liones. Parecía una tienda nueva, preciosamente decorada con flores frente a ella y con las paredes de un color lila pastel tan hermoso. La curiosidad me llevo a acercarme lentamente mientras me quitaba los audífonos.

Al entrar me di cuenta de que era una floristería. «Elizabeth tiene una.» fue lo primero que pensé, y entonces ví el nombre del lugar detrás del mostrador y lo supe, ésta era su floristería.

“Mr. Magic flowers” se llamaba. Sonreí, sin dudas es el tipo de nombre que ella le habría puesto.

Había todo tipo de flores; Rosas, girasoles, tulipanes, orquídeas, margaritas, petunias, lavandas, y muchas otras más cuyos nombres no podía recordar, pero estoy seguro de que ella debía de saber todos sus nombres y hasta el porque se llaman así. Paseé un poco por el lugar mirando las flores y me quedé parado viendo las primroses, o también conocidas cómo “primulas o primaveras”, en especial unas rosas, porque sé que son sus favoritas.

Y debí haberme quedado mirando las flores con cara de estúpido, porque al instante escuché una voz muy dulce que tenía años sin escuchar.

—¿Desea regalarle unas flores a alguien especial? —Volteé al instante para encontrarme con Elaine, quién me reconoció entonces y su cara cambió a asombro— ¿Meliodas? Wow cuánto tiempo sin verte, ¿Cómo te va?

—Hola, Elaine. Muy bien, gracias por preguntar, supongo que a ti también te va bien.

—Si, así es, trabajar aquí con... Elizabeth, ha sido lo mejor que me ha podido pasar —Noté cómo dudo en decir el nombre de Elizabeth, pero aún así siguió—. Y dime, ¿Piensas comprar algunas flores? ¿Primulas, tal vez?

Minutos más tarde salí de allí con una maceta con algunos girasoles para plantar, pero no eran para mí, eran para mi madre, seguro la harían muy feliz y eso es todo lo que quería. Al llegar a casa las dejé en la ventana para que les diera el sol mientras siguieran aquí, me dí un baño e intenté armarme de valor para hacer lo que tenía que hacer, ya no era un adolescente, debía comportarme cómo lo que era un adulto y dar el primer paso si quería resultados pronto.

“Hola Elizabeth, es Meliodas. Me gustaría invitarte a cenar éste fin de semana, ¿Qué te parece?”

506 - MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora