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“Pero contestaste y ya se me olvido porqué se acabó.”

Al abrir los ojos tras ochos horas exactas de sueño aún me siento cansado, un suspiro lento sale de mis labios y me levanto para ir a enjuagar y cepillar mis dientes con lentitud. Todo mi cuerpo duele, los ojos me pesan y la cabeza me da vueltas, al mirarme en el espejo me doy cuenta de que mis ojeras son cada día más grandes y se me nota el cansancio en la mirada. Suelto un gruñido bajo y me cepillo para bajar a la sala.

Hacemos la misma rutina de cada día; Mamá, Zeldris y yo comemos en silencio mientras papá está en la sala viendo la tele, a cada dos segundos está tociendo y eso me preocupa, sin embargo, ya estoy terriblemente acostumbrado. Maldita monotonía.

El resto del día es igual de aburrido. Ir a la escuela, escuchar al profesor hablar del mismo tema de siempre, almorzar mientras Ban nos cuenta a Diane y a mi la misma historia sobre como tuvo un flechazo con la hermana menor de King Fairy, volver a casa en bicicleta y hacer mis tareas mientras mamá se queja de que se fue el agua otra vez y no alcanzó a terminar de lavar, siempre le pasa eso. Ya hasta me sé el diálogo completo.

Suspiro mientras cierro mi cuaderno, el día está nublado y casi no hay gente en las calles, no tengo absolutamente nada interesante que hacer y Elizabeth no está en su casa ya que tiene clases toda la tarde. Así que poco a poco me voy quedando dormido y despierto cuando ya las estrellas se pueden ver en el cielo nocturno.

Salgo de mi habitación silenciosamente, al pasar frente a la puerta del dormitorio de mi madre le escucho llorar mientras habla torpemente, probablemente por teléfono;

—Cada día está más enfermo... Ya no sé que hacer, es muy seguro que pronto él... Oh, Diosas, no sé como lo voy a soportar... Y los chicos...

No hay que ser adivino para saber que habla de mi padre, y yo prefiero no seguir escuchando, así que bajo al primer piso en silencio y me acuesto a su lado en el sofá-cama como cuando era niño y tenía miedo, aún lo tengo, al otro lado aferrado a su brazo está Zeldris dormido, y él, mi padre, se encuentra con los ojos cerrados, relajado, más no dormido, eso lo sé cuando me susurra:

Estoy esforzándome por mejorar por ustedes, solo por eso, porque los quiero, y aún no estoy listo para dejarlos ir.

506 - MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora