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Los testigos de los Cullen y los Vulturis comenzaron a correr para comenzar con la matanza. Solo los reyes y la guardiana de las reinas se quedaron en el centro, junto con otra ola de vampiros tras ellos, mirando todo.

Queen esperaba que Seth, Embry y Jacob pudieran lograr su objetivo: proteger a los híbridos a toda costa.

Sus novios corrían a sus lados, Bree y Benjamín iban cerca de ellos, a la espera de comenzar a arrancar cabezas del enemigo. Genevieve miraba con furia a los Vulturis, y Hela fue con su familia lista para luchar unidos. Aunque la más furiosa parecía ser Alessia  cuyos ojos se centraron en Caius que se encontraba de pie junto a los otros dos reyes.

De un solo puñetazo rompió la mitad del rostro al vampiro Vulturi que se le atravesó.

Y comenzó la batalla.

No era como la batalla contra los neófitos, esta era peor. Eran vampiros con cientos de años de experiencia, eran vampiros que los duplicaban en números.

Sus amigos desaparecieron de su lado, al igual que su compañero y Wyatt. Pudo ver con satisfacción como las plantas de Ángela entraban a la batalla, desmembrando a los súbditos de los reyes, y trabajando con ella, el fuego de Alessia terminaba con el trabajo.

Sacaba brazos y cabezas con una sonrisa sádica, los Vulturis jamás debieron poner marcha a Forks, mucho menos querer deshacerse de sus hijos y su ahijada. Menos sabiendo de lo que ella era capaz.

El claro era un caos, los gruñidos de los lobos y los gritos adoloridos resonaban por el lugar. Recordando el entrenamiento de Jasper, Queen lanzaba golpes con brutalidad, deshaciéndose rápidamente del enemigo.

Tomó por el cuello a uno de los vampiros, incrustó sus dedos en el cuello ajeno, el Vulturi intentó por todos los medios safarse de su agarre, pero Queen jamás lo soltó. Lo último que vio el Vulturi antes de perder su cabeza, fue la sonrisa egocéntrica de Queen.

𝚁𝚘𝚞𝚜𝚜𝚎𝚊𝚞¹ | 𝙴𝚖𝚖𝚎𝚝𝚝 𝙲𝚞𝚕𝚕𝚎𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora