XIII

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Había estado dando vueltas en su habitación durante los últimos veinte minutos, la preocupación no se iba ni siquiera por la compañía de la perra de su hermana melliza.

Queen tendría que haber llegado hace dos horas atrás, y el miedo de que algo le hubiera pasado la carcomía por no haber ido con ella desde un principio.

Había preferido quedarse en casa adelantando su tarea de la escuela, pero Queen quería ir a su primera fiesta.

¿Y si le ocurrió algo malo?

No podría soportarlo, ella era su otra mitad y el hecho de que algo malo le pasara a su melliza, estaba segura de que no podría con ello.

Cuando estuvo apunto de ir por sus padres a contarles su preocupación, su celular sonó, y cuando vio la pantalla un gran alivio recorrió su cuerpo.

¡Queen! ¡Me tenías preocupada! Tendrías que haber estado aquí a las once, ¿Dónde estás?

―Disculpe señorita. ―dijo una voz desconocida, Genevieve frunció el ceño confundida y asustada a la vez. ―¿Es usted Genevieve Rousseau?

Sintió su corazón acelerarse.

Sí, ¿Qué pasó? ¿Sucedió algo?

La señorita Rousseau tenía su número como contacto de emergencia, la llamamos desde una estación de policía.

¿Perdón? ¿Qué me está diciendo?

Hemos pillado a la señorita Rousseau intentando entrar en el zoológico junto a otro chicos.

¡¿Qué?! ¿Qué me está diciendo oficial?

Solo tendrá que venir y pagar la fianza, además de firmar unos papeles.

Pero...

La esperamos entonces, señorita.

¿Qué clases de oficiales eran?

¿Acaso no sabían que era menor de edad y no podía firmar nada?

Con todas aquellas preguntas fue entonces que supo que no habían más opciones, sus padres estaban ocupados con el trabajo y sus abuelos no parecían soportar a sus propias nietas, la única que parecía tener un amor por ellas, era su tía y la madrina de su hermana.

Se imaginó todo tipos de situaciones por la razón por la que su hermana terminó encerrada tras unas rejas, que tal vez la obligaron a hacerlo.

Tal vez era un reto.

O incluso se pudo haber sobrepasado con el alcohol, en todo caso era una chica de casi quince años y recién estaba conociendo el mundo.

𝚁𝚘𝚞𝚜𝚜𝚎𝚊𝚞¹ | 𝙴𝚖𝚖𝚎𝚝𝚝 𝙲𝚞𝚕𝚕𝚎𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora