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Aidan y yo vimos de reojo como Otto desactivaba el experimento, o al menos eso intentaba con ayuda de sus creaciones mientras tanto yo soportaba el gran peso la gran pared.
- Aidan, si muriera yo....
- Si me amas.- completó mi oración aún en le suelo a lo que asentí.
- Te amo.- admití.
- Aunque dijiste que no.-
- ¡No voy a morir siendo un monstruo!.- escuchamos el grito de Otto Octavius.
Tomé la pared y la arrojé con las pocas fuerzas que me quedaban. Ayudé a Aidan a levantarse quitándole la viga de encima. Ví como una rueda gigante venía rodando hacia nosotros así que tomé a Aidan de la cintura y tiré una telaraña hacia otro edificio cercano para ponernos a salvo.
Desgraciadamente, no logré salvar a Otto.
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Hice una telaraña grande en dónde podríamos descansar en espera de los policías que de seguro no tardarían en llegar.
- Creo que lo sabía...Siempre, supe quién eras.- admitió Aidan a lo que lo miré asombrada.
- Por eso no podemos estar juntos. La Mujer Araña siempre tendrá enemigos.- admití con tristeza.- No quiero arriesgarte nunca.- bajé la mirada a sus labios, a lo cual rápido cambié la vista a otro lado.- Y yo siempre será la Mujer Araña. Para nosotros no hay futuro.- comenté cabizbaja.
Aidan solo derramó un par de lágrimas mirando hacia otro lado, al camino en dónde se acercaban varias patrullas.
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