- la doncella es secuestrada por el dragón, por favor, salvarla de las garras del temible monstruo de ojos en rayas, ellos comen mujeres, destruyen pueblos, destierran reinos y asesinan héroes - Melanie se encogió cuando la mano del chico comenzó a...
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Jain se sentó abrazando con fuerza a Joirietsen, su cabello estaba canoso, su piel arrugada brillaba con el arcoíris y la magia, aun con fuerza se aferraba al hilo del ritual, dejando que el mano limpio y puro recorriera todas partes.
- estoy cansada - murmura contra el cuello de su amante, su alma gemela. Jain sonríe mientras acaricia su cabello.
Los años golpearon a Joirietsen, al no ser más la bruja del mana, su energía soltaba libremente, como una mortal más. La energía guardada por años se desprendía de ella, robándole la juventud, su apariencia juvenil por tantos siglos de estar viva - ¿cómo va todo?
Jain sonrió, levantó un poco su mano, arrugas se formaban en la piel. No iba a dejarla sola en esto, por él, Joirietsen podía usar toda su magia si quería.
Iolin se acercó apresurada, venía directamente de la lucha que estaba sucediendo cerca del palacio de los Eilenne, había estado ayudando a sacar a todas las personas que pudiera, inclusive las que salían desde el suelo por los agujeros del enano Greendelow.
- te ves horrible Joirietsen -
- muchas gracias por tu aclaración - murmuró la bruja. Se sujetaba de los hombros de su amante.
Jain separó sus piernas para que las débiles de Joirietsen descansaran encima de las suyas. Las piernas de Joirietsen estaban huesudas, contrastaban debajo del vestido que se tuvo que poner para el ritual, las manchas violáceas claras comenzaban a repartirse por todo su cuerpo.
Iolin sabía qué es lo que les pasaba a las brujas que dedicaban su vida eterna al mana. Eran inmortales, tenían fuerza, belleza, pero cuando escogían su tiempo de terminar con su existencia en la tierra, toda la magia que les hacía inmortales pasaba al nuevo heredero, en este caso Taehyun. Por eso se veía tan anciana.
- ¿Puede seguir haciéndolo? O estás cansada - le preguntó.
Joirietsen soltó una risa nasal.
- he pasado las últimas décadas soportando muchas cosas, Iolin, esto no es nada. Seguiré hasta que todo esto acabe y luego... - se quedó en silencio mientras apretaba su mano contra el pecho de Jain.
Jain la miro con cariño y van a morir los dos juntos si es necesario, no lo iba a dejar sola ir al eterno paraíso
- entonces necesitamos toda tu energía, Joy, hay bastantes criaturas que están empezando a cruzar nuestra frontera, muy pronto esta ciudad será atacada y la mitad de los guerreros está con Yoongi - mencionó mientras miraba la barrera que se deterioraba en el cielo - mierda, parece que ya no tenemos mucho tiempo.
Jain suspiró, se concentró en su propia energía, la parte demoniaca que le quedaba después de haber caído del cielo.
- usa la mía - murmuró besando la frente de Joirietsen.
- claro que no, aun... -
- tienes que hacerlo, úsalo - murmuró mirándola con cariño - confió en ti.
Joirietsen suspiró. Jain siempre había sido tan terco, Mabel se lo dijo, no por nada ambos eran amigos.
- bien - Joirietsen se concentró en su poder - tienes media hora Iolin, tienes que moverte, mi magia se acabara, me volveré huesos pronto y Jain igual.
La sirena asintió. Al instante en el que iba a correr a cuidar las fronteras, un sentimiento terrible le nació en el pecho, apresurada sacó el collar de Seol, aquel que le dio antes de desaparecer. Era un relicario pequeño, puso la sangre de Aneu y Jungkook en él. Al principio creyó que era algo enfermizo, pero, luego de que varias veces ambos sufrieran accidentes, supo por qué se lo dio. No solo funcionaba con ellos, sino con sus hijos, nietos, bisnietos o cualquier persona con sangre Jeon o Franco.
- Melanie - murmuró alterada. Era la única que quedaba de esa línea - ¡Greendelow!
Saltó al ver que un hueco se formaba debajo de ella, se movió a un costado, viendo al enano saliendo.
- ¡estos son los últimos, todas las casas están llena! - exclamó.
Lobos, brujos de bajo nivel, algunos caídos con poca energía.
- Melanie, ¿Melanie está en el castillo? -
Greendelow asintió.
- fue su plan, de ambos, Ketsaya estaba haciendo su ritual, tenían que distraerla, ella está en eso - Greendelow cerró con magia el camino de tierra que hizo y miró a Iolin - ¡¿Qué pasa, sirena?!
- está en peligro - murmuró - ¡abre de nuevo el agujero!
- no llegarás a tiempo, los huecos de tierra solo están activos por un momento, luego de eso no puedes... -
- ¡solo ábrelo! -
Greendelow gruñó, golpeó la tierra con su pie y nuevamente, el agujero de tierra se abrió.
- no llegarás -
- nadaré -
- ¡¿QUÉ?! - exclamó confundido - tú no puedes, ya no...
- gracias por alentarme, pero aun así lo haré - Iolin se sacó la ropa, quedó en un top ligero y sus shorts de ropa interior.
No había tocado o nadado desde hace tiempo en el agua, desde hace miles de años, era doloroso no poder sacar su cola, dolía con fuerza.
- ten cuidado - advirtió Greendelow.
Iolin no usaba agua hace tiempo, tampoco la convocaba, pero sabía cómo hacerlo. Saltó dentro del agujero de tierra y cerró sus ojos.
El agua estaba en todas partes, lo sentía en cada particular, encogiéndose y formando, filtrándoselo entre las paredes con cautela, escuchando el mana de una sirena. Iolin abrió sus ojos, brillaron con pureza celeste y luego, como si hubieran abierto un caño, toda el agua se filtró a través de las paredes de tierra.
No esperó a que le dieran instrucciones, tampoco si recordaba como nadar, se lanzó, y dejó que el agua la guiara, atreves del suelo hasta la zona Eilenne.