CAPÍTULO V • Sonata Nocturna •

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C L E M A T I S

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C L E M A T I S

Sus brazos se mantuvieron rodeando mi cuerpo durante mucho tiempo. Aunque quizás, tan solo fueron algunas fracciones de segundo los cuales sentí eternos. Traía la mente en blanco. No pude evitar sonrojarme, no estaba acostumbrada al contacto físico de un varón, si se podría catalogarlo a él así. La única persona del sexo opuesto que me había abrazado de esta forma era mi hermano.

Finalmente, cuando Argon me soltó, me dedicó una amplia sonrisa, aquella que era tan característica en él. Yo me limité a corresponder el gesto mientras trataba por todos los medios de regularizar mi respiración.

Quizás, no me sentía tan acelerada por el abrazo. Él me hacía sentir de una forma extraña. Durante este breve tiempo, me brindó la sensación de que era parte de mi familia, me recordaba un poco a mi hermano.

—¿Estás bien? —Me había quedado petrificada por lo que hizo, y su voz fue lo que me trajo nuevamente a la realidad.

—Sí... —bajé la mirada y observé el nudo que hice en la bata—. ¿Cómo está usted?

—¿Usted? —Río y negó con la cabeza mientras apretaba una de mis mejillas—. No tienes que ser tan formal conmigo, Clematis. Puedes llamarme por mi nombre.

—Lo siento... —sonreí, y acomodé uno de los risos que había caído por mi frente él—. Es solo que us... —negué con la cabeza al ver su ceño fruncido—. Es que, bueno. Tú, eres un Hanoun de la familia real y pues... como comprenderás, siempre me enseñaron a tenerles respeto.

—Te entiendo —dijo mientras revoloteaba mi cabello—. Pero al menos conmigo, no tienes que preocuparte por tantas formalidades —tras decir esto se recostó sobre el marco de la puerta—. Yo, te estoy concediendo el permiso para que me llames por mi nombre, y no aceptaré un no por respuesta —dijo con un dejo de falsa ofensa en su voz.

No pude evitar emitir una pequeña carcajada. Hasta ahora, Argon había sido el único Hanoun que me había demostrado amabilidad. Era completamente diferente a Giorgio, Zefer o los esclavistas de la ciudad. Ellos esperaban que todo el mundo agachara la cabeza y besaran el suelo por donde pisaban, tan solo por ser la raza dominante.

Extinción - Nuestra última esperanza [Saga: LVDLO #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora