CAPÍTULO XI • Pasado Oscuro II •

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Luego de que nuestra relación comenzara sentía como los días se hacían cortos, y las noches sin ella se hacían largas y tortuosas por la espera

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Luego de que nuestra relación comenzara sentía como los días se hacían cortos, y las noches sin ella se hacían largas y tortuosas por la espera. La vida adquirió un nuevo color para mí, ella fue la que pintó el cuadro gris que era mi vida, y lo transformó en una obra de arte digna de apreciar. Yo, vivía únicamente por y para ella, sabía que todo esto era prematuro, pero la simple idea de imaginarla a mi lado en un futuro, era lo que me hacía esforzarme mucho más.

Giorgio había partido desde hace dos meses, pero el tiempo prácticamente pasó volando y el momento de su retorno ya había llegado. Sin embargo, pese a que lo esperé tal y como habíamos acordado, él jamás volvió a ir al punto de encuentro.

No dejó señas, no dejó un indicio de algo, se esfumó sin más durante varios meses. Me sentía triste, ya que deseaba compartir con él aquellos lo feliz que me encontraba en ese momento, pero eso nunca pasó.

Un día, mientras Lyra y yo nos encontrábamos disfrutando de la naturaleza, le comenté la preocupación que tenía. Al oír el nombre de Giorgio ella se puso en modo defensivo, y me hizo llegar sus preocupaciones.

Giorgio representaba para ella un verdugo, me dijo que el día en que asesinaron a sus padres fue él quien efectuó la ley, esto yo no lo sabía, Giorgio únicamente me dijo que Madai, su padre, fue el que condenó a esos pobres Hanouns a muerte únicamente por haber ayudado a los humanos.

—El día en que mis padres murieron, él no dejaba de mirarme mientras sonreía —me dijo—. No sabes cuanto miedo llegué a sentir en ese momento.

Cuando Lyra me comentó eso no quise creerle, el Giorgio que yo había conocido distaba mucho de un Hanoun tan retorcido de mente, era alguien completamente diferente a lo que ella me estaba contando. Traté de hacerle cambiar de opinión, quise que su perspectiva sobre él dejara de ser tan negativa, pero ella jamás cedió, y fue lista en hacerlo. Yo, por mi parte, en ese momento jamás pude desenmascarar a ese lobo con piel de cordero.

Esta fue la tercera cosa que debió haberme alertado que algo no estaba bien, tanta quietud y paz no era algo propio de mi vida. Debí haber desconfiado de él, debí haber visto todas las señales que se me fueron presentando una a una, pero quise ser ciego, y ese es la peor equivocación que uno puede cometer.

Extinción - Nuestra última esperanza [Saga: LVDLO #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora