CAPÍTULO XXXIV • Adiós, mi amor •

12.4K 947 181
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Z E F E R

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Z E F E R

Desde que descubrí el secreto de Giorgio di inmediatamente aviso a Rier. Fue verdaderamente difícil hacer llegarle la información, Giorgio estaba sospechando de cada paso que daba, y aunque no quisiera ser paranoico, había una enorme posibilidad de que él se hubiera dado cuenta que faltaban aquellos papeles en ese cuarto secreto.

Aunque él no lo supiera, sabía que le prohibió al entrenador de vylas que cualquier tipo de carta que estuviera bajo mi nombre saliera, y claramente, esto significaba que no podía escribirle a Clematis, y si es que ella me había estado mandando cartas, estas jamás me eran entregadas.

Me vi en la obligación de buscar mensajeros fuera del palacio, no podía correr el riesgo de que las vylas fueran interceptadas, así que gran parte del dinero del que disponía se iba en el pago de estos mensajeros. Y aunque esto se volviera un trabajo engorroso, no había otra forma de agilizar el contra ataque.

Ya no solo se trataba de un medio para asegurar la felicidad entre Clematis y yo. Ahora esto era algo mucho más grande, la vida de muchas personas que habitaban en diferentes naciones dependía de nosotros, y el cometer cualquier tipo de error era simplemente inaceptable.

—Amo Zefer —al observar en dirección a la puerta pude ver a Meried parada bajo el umbral, en una mano sujetaba una escoba, y en la otra tenía una cubeta de madera con otros implementos de limpieza.

Sabía que significaba que ella estuviera allí.

—Estoy limpiando las habitaciones, si no está demasiado ocupado, me gustaría comenzar por su cuarto.

—Adelante —le respondí, ella asintió.

Al salir del cuarto vi de soslayo como uno de los guardias de mi padre me observaba desde el extremo contrario, fingí no haberme dado cuenta que se encontraba allí, así que caminé a la planta de abajo para buscar algo que comer. En cuanto llegué al primer piso, vi que Eleonor estaba sentada leyendo cerca de la ventana, ella al darse cuenta que la estaba observando me sonrió y cerró el tomo para posteriormente posicionarlo sobre su regazo.

—Hola Zefer —me dijo mientras sonreía y yo solo atiné a hacer lo mismo por cortesía. Aunque aparentemente ella hubiera perdido la memoria, aún no me inspiraba confianza—. ¿Ya almorzaste?

—No. Aun no —me dirigí hacia un mueble que estaba frente a ella y tomé asiento.

Extinción - Nuestra última esperanza [Saga: LVDLO #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora