CAPÍTULO XXIX • Que comience el juego •

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C L E M A T I S

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C L E M A T I S

Esta era la primera vez que sentí que hice las cosas bien. Al ver la enorme sonrisa de las personas que caminaban junto a nosotros en dirección al palacio, provocaba que una sensación cálida me envolviera.

Luego de varios minutos de caminata, Cael comenzó a removerse en mis brazos. Estos ya me estaban doliendo debido al peso de él, pero no me importaba cuanto dolor pudiera sentir más adelante. Cael necesitaba sentirse tranquilo, en confianza, y sobre todo a salvo, y yo quería brindarle toda esa seguridad en estos momentos.

—¿Quieres bajar? —le pregunté luego de que terminara de despertar, él asintió, así que lo deposité con suavidad en el suelo.

No dijo nada, pero pude darme cuenta que alternaba la vista de forma inquieta entre Argon y el suelo, su pequeña mano que ahora sujetaba la mía con firmeza delataba el miedo que sentía en estos momentos ya que temblaba ligeramente.

—¿Te sientes bien?

Puse un alto a mi caminata y me agaché hasta su altura para poder mirarlo de frente, sus pequeños ojos me observaron con duda, como si dentro de su mente se debatiera si debía o no decirme lo que pensaba.

—Vamos, Cael. Puedes decirme que es lo que te sucede —acaricié con suavidad su pequeña mejilla y él se sobresaltó un poco por mi tacto.

—Él... —sus pequeños ojos observaron a Argon con desconfianza mientras volvía a temblar.

En cuanto lo escuché decir eso terminé de entender que era lo que estaba pasando. Cael sentía miedo de los Hanouns, como era algo natural, desde que nosotros los humanos somos pequeños nos enseñan a tenerles miedo y siempre nos dicen que son criaturas despiadadas, aunque, aquella idea también se vio reforzada por los esclavistas que lo habían tenido cautivo hasta hace poco.

—¿Él vendrá con nosotros? —preguntó tímidamente— Es uno de ellos... los Hanouns mataron a mis papás —tras decir esto su voz se entrecortó ligeramente y sus ojos se volvieron llorosos, lo único que pude hacer en ese momento fue apegarlo a mi cuerpo.

—Cael, sé que tienes miedo de ellos —le dije con calma mientras acariciaba su espalda—. Pero créeme que no todos los Hanouns son malos con los humanos.

—Pero... ellos.

—El mundo está lleno de diferentes personas —él me observó confuso—. En todos lados siempre conocerás gente buena, como gente mala, y puedo dar fe de que Argon es uno de los buenos. La especie que tenemos no define nuestro comportamiento, lo hace la personalidad y la crianza que tuvimos.

—¿Has conocido más gente como él?

—Sí —le dije con ternura mientras lo alzaba en brazos—. Y algún día tú también podrás conocerlos.

Extinción - Nuestra última esperanza [Saga: LVDLO #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora