CAPÍTULO XI • Pasado Oscuro I •

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Caminó con prisa, sintiendo como traía el corazón en la entrada de la garganta

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Caminó con prisa, sintiendo como traía el corazón en la entrada de la garganta. En su camino, esquivó algunos sirvientes, quienes inevitablemente le preguntaban si se encontraba bien, Argon, tras dar una respuesta afirmativa siguió con su camino y no se detuvo hasta estar frente a la puerta oscura del despacho de su padre.

La duda lo carcomía de una manera indescriptible. Sentía la respiración fallarle, distinguía que su pulso se había disparado como loco. Múltiples escalofríos lo envolvían, y esto provocaba que sus piernas temblaran.

La noticia le había caído como un balde de agua gélida.

Recordó como fue su niñez en el palacio de los Wolfgang, Lyra jamás lo trato de manera diferente o especial, era innegable que ella fuera una madre abnegada, rebosante de calidez y amor, en especial por Zefer, pero jamás se percató de un acercamiento entre su progenitor y ella. Así que, por más que le diera vueltas al asunto, no lograba entender que había pasado.

¿Porqué si Jaft era hijo de Rier, su padre, se encontraba en My—Trent y Giorgio lo había reconocido como suyo?

Tanto fue su ensimismamiento que no se percató que ya se encontraba frente a la puerta. Esta se veía inmensa, su imaginación le hacía pensar que esta media cuatro pies de alto, pero nada estaba más alejado de la realidad.

Su nerviosismo se fue acrecentando conforme pasaban los segundos. Estiró los dedos, dispuesto a tocar la fría superficie, pero no pudo hacerlo. El realizar un simple golpeteo requirió que juntara todo el valor posible e inhalara una gran cantidad de aire.

Del otro lado, su padre, quien ya se había percatado que él se encontraba allí lo llamó, y Argon ingreso al recinto con la mirada cabizbaja para cruzar miradas con él. Por primera vez en toda su vida, lo estaba observando de una forma completamente diferente.

Rier estaba dándole la espalda, estaba cansado aparentemente, era como si el mismo peso de los años estuviera apostado sobre si y le restaba vitalidad. Él no era un anciano, pero al haber adquirido tan joven el puesto de regente, y el haber adquirido diversas responsabilidades le había pasado factura, aunque él no lo quisiera.

Extinción - Nuestra última esperanza [Saga: LVDLO #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora