CAPÍTULO XXXIII • Eres tú o soy yo •

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C L E M A T I S

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C L E M A T I S

Sentía claramente, como mi cuerpo era movido por la corriente de un rio, y al virar el rostro, me di cuenta que estaba flotando en medio de la nada, y el paisaje a mi alrededor era todo menos algo tranquilizador.

Había árboles calcinados, la tierra estaba tan reseca, que parecía que algo jamás había crecido en el suelo, y cerca del borde, pude distinguir un cause pequeño compuesto de sangre que terminaba desembocando cerca de donde me encontraba,

No sabía donde estaba, ni mucho menos tenía alguna idea de a donde me dirigía, pero poco a poco mi cuerpo fue siendo llevado hasta que entré en algo similar a una cueva. El ruido de las gotas que terminaban impregnándose sobre la tierra se fue intensificando, y llegó un punto en que todo esto pasó de un sonido casi placentero, a uno estridente.

Algo comenzó a retumbar dentro de mi mente así que me vi forzada a sostener mi cabeza, y en ese punto mi cuerpo comenzó a hundirse cada vez más y más. No podía emerger, era como si algo me estuviera arrastrando a un abismo de penumbra y oscuridad absoluta.

Conforme me introducía cada vez más y más a la oscuridad comencé a escuchar un sonido similar al de un trueno. Me cubrí la cabeza, y cuando me di cuenta, toda el agua que me cubría desapareció y me hallé sola, parada al centro de una luz blanca.

A lo lejos oí murmullos, pero pese a que comencé a llamar a aquello que se escondía en la oscuridad, no obtuve respuesta, y eso, al darse cuenta del miedo que comenzaba a sentir, comenzó a reír de forma psicópata, y no tuve más remedio que huir. Comencé a correr, pero aún sin saber a donde me dirigía, aquello me venía persiguiendo, y cada vez lo sentía más y más cerca de mí.

«Muerte al traidor».

Sentí su aliento cálido muy cerca de mi oreja, me tropecé y caí al suelo debido a la impresión. Grité, pero en cuanto giré el rostro no había nadie, aunque aquellas palabras se repitieron incesablemente durante largo rato.

Me senté, pero ni bien lo hice oí que alguien gritó desde mis espaldas. Me llené de pánico y me cubrí la cabeza, pero luego de un rato me llené de valor y me puse de pie. La luz que me venía siguiendo comenzó a apagarse, y la paranoia que sentía comenzó a acrecentarse.

Extinción - Nuestra última esperanza [Saga: LVDLO #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora